Jack sonrió tranquilo, pero August, ese abuelo era demasiado listo y se escabulló a la cocina, sitio desde dónde tendría plena vista del jardín y espió a la pareja. Alec y Emi se sentaron en una de las bancas y charlaron con calma.
—Me asustaste, cariño.
—Lo siento, era necesario hacerte creer que la boda era real.
—Lo comprendo Emily, y me alegro cómo no tienes idea. Vengan de vacaciones a Rumanía, tratemos de pasar tiempo juntos.
—Alec, debes comprender que las cosas siguen igual, solo quería que supieras la verdad, pero eso no significa que será borrón y cuenta nueva. Verte es difícil no porque mis emociones se descontrolen y quiera que huyamos, sino porque al mirarte, vuelvo una y otra vez a esa noche.
—Lamento lo sucedido. Lo que te dije no tiene justificación, luego hubo cosas que me hicieron alejarme y hoy, he renunciado al trono.
Sofía irrumpió aprisa en el jardín y antes de que pudiesen reaccionar, abofeteó a Emi.
—¿Has rechazado a un rey? Deberás casarte con Al