Por Kelly

Cada tanto Micaela y Fernando nos hacían preguntas que eran un tanto incómodas, que tenían que ver con nuestro nivel económico.

Ninguno de ellos dos, tenían idea, hasta hoy, que mi riqueza es obscenamente inmensa.

Finalmente se fueron yendo los invitados, salvo Carolina, que se quedaba dos días más.

Yo tenía mil dudas en mi cabeza, con respecto a que se quedara.

-Quiero estar con vos, muero por hacerlo, ¿Cuándo se va tu amiga?

Me preguntó Rodolfo.

Si él supiera que con esa pregunta me alegró la vida, se asombraría.

Muero por ese hombre.

En cuanto estemos solos, posiblemente se concrete nuestro encuentro.

Tengo ganas de él, de que me posea.

Yo lo miré nerviosa, porque lo inevitable estaba por suceder.

A esta altura ya lo sabíamos los dos.

El lunes almorzamos con Carla y Carolina.

Lo hicimos en un restaurante al que a veces vamos con Rodolfo, cuando por la mañana estamos cerca del pueblo.

Carla nos contó que el sábado a la noche tuvo relaciones con Gastón.

-Siempre me gustó,