Heredero Lombardi, ¿Es tu bebé?
Heredero Lombardi, ¿Es tu bebé?
Por: Mildred
Capítulo 01

—¿Cómo que mi papá está gravemente enfermó?— La voz de Michelle se había quebrado tras escuchar la reciente noticia por medio de una llamada telefónica.

Con el rostro lleno de lágrimas, había finalizado la llamada telefónica antes de escuchar algún detalle más con respecto al estado de salud de su padre. Ahora su prioridad era llegar lo más rápido posible al hospital y ver qué podía hacer por él.

Ella estaba cumpliendo con su horario laborar en el restaurant de su mejor amiga. Ella no estaba presente en ese momento y Michelle no podía esperar, así que decidió que le enviaría un mensaje en el camino para explicarle la situación.

Al salir abordo el primer taxi que vió transitando por las calles. El conductor fue atento y amable y durante todo el camino le daba palabras de ánimo y esperanza de que su padre se recuperada de esa enfermedad.

Al bajarse del taxi, pago y agradeció al conductor por sus hermosas palabras. Pero dentro de su ser corría el desespero de saber cuál seria el destino de su padre. Por lo tanto y tomando una bocanada de aire, se dirigió hasta la entrada del hospital y entro.

—¿En qué le puedo ayudar?— Una enfermera de apariencia amargada y con una carpeta amarilla se le acercó.

—Vine a ver a mi padre.— Dijo Michelle con voz quebrada.

—Lamento informarle que a estas horas de la noche las visitas están prohibidas.— Dijo la enfermera con voz seria.

—Enfermera...— Michelle habló y la miró, —Necesito que me deje ver a mi padre.

—La respuesta es no, ¿Es qué no has entendido o qué?

Michelle estaba desesperada. Su padre estaba gravemente enfermo en ese hospital y ahora no quería que lo vieran. Tenía que hacer algo rápido antes de que la sacarán del hospital.

—Yo estaba trabajando en el restaurant y hace poco recibí una llamada directa de éste hospital y me informaron que mi padre estaba enfermo y por eso vine.

—¿Tienes alguna forma de comprobar esa llamada?— La enfermera comenzó a ojerar la carpeta amarilla, —Y aunque me muestres una llamada, primero tendría que comprobar si esa llamada no es falsa.

—¿Estás admitiendo que está llamada que recibí es falsa?— Michelle ya no estaba desesperada. Ahora estaba enojada.

—Me temo que sí y la ubica forma de verificar es que mandé a revisar los registros de las llamadas y eso se toma un par de días.— Dijo la enfermera, —Ahora si ya no tienes nada más que decir. Te puedes retirar.

—Pero es que yo tengo que ver a mi padre. Tengo derecho.

—Y si no pagas la estadía de tu padre. Tendré que sacarlo de aquí del hospital.— Amenazó a la enfermera a modo de burla.

—¡De aquí no me voy!— Exclamó Michelle con una voz llena de carácter.

—Si no sale de aquí me temo que tendré que llamar a seguridad.— Dijo la enfermera entre dientes.

—¡Y yo con gusto presentaré una demanda en la comisaría! Cosa que no le conviene a éste hospital, ¿O sí?

—No quiero escucharte más. Retirate.

La enfermera la tomo con brusquedad por el brazo y ella luchaba por liberarse y evitar ser llevada hasta la salida.

—Enfermera, suéltala.

Gaspar tenía varios minutos a una distancia prudente y había estado observando la situación. Pero había notado algo en la personalidad de Michelle que le habían llamada la atención, no era su sensibilidad, sino su carácter y ese carácter era el correcto para lo que estaba buscando desde hace poco.

Michelle sintió como su brazo era liberado y aunque sentía un leve dolor al mismo tiempo sentía una amplia gratitud de que ese hombre haya llegado para ayudarla.

—Solamente estaba cumpliendo con mi trabajo, señor.

—Eso es un abuso para un familiar que sólo ha venido a recibir noticias sobre un familiar.— Aclaro el hombre con seriedad, —Ahora retirate del hospital y no regreses. Yo mismo me encargaré de contarle la situación a tu jefa y estoy seguro que te despedirá.

La enfermera no dijo nada y antes de salir, miro de una manera fría y tensa a Michelle.

—Muchas gracias, señor.

Michelle examinó al hombre delante de ella. Tenía unos sesenta y tantos años. Alto, blanco, cabellera de color grisáceo y ojos color negro. Además de su elegante vestimenta y su buena presencia.

—Es un placer.

—¿Usted es Gaspar Lombardi, presidente multinacional de Choco Lombardi?— Preguntó ella. Lo había reconocido. Pero quería estar segura al cien porciento.

—Así es soy Gaspar Lombardi y soy el presidente multinacional de Choco Lombardi.— Dijo él señor extendiendo su mano hacia ella.

—Michelle White.— Con una cálida sonrisa, le dió el apretón de manos, —¿Qué lo trae por estos lugares y sobre todo un lugar como éste?

—Vine para buscar unos resultados que se hizo lo hijo hace unos pocos días.— Dijo Gaspar, soltando su mano de la de ella.

—Yo he venido para ver a mi padre. Él desde hace un tiempo sufre de diabetes tipo 02 y aunque parecía estar en perfectas condiciones, acaba de tener una recaída.— Dijo ella con voz apagada.

—Tengo la seguridad de que tu padre logrará vencer esa enfermera.

—Me alegra mucho de que su hijo no tenga una enfermedad tan grave o crónica como la que tiene mi padre.— Dijo ella.

Pero en ese instante el semblante alegre de Gaspar fue sustuido por una de pesar y su sonrisa se esfumó y sólo quedó un pesado suspiro.

—¿O es que si está sucediendo algo grave con su hijo?— Preguntó ella.

—En pocas palabras. Adam, mi hijo se está muriendo.— Contestó él con voz llena de tristeza.

—Lo siento mucho.— Dijo ella, colocando su mano sobre el hombro de él a modo de apoyo. Ella tenía curiosidad de saber cuál era la enfermedad que tenía su hijo Adam. Pero sabía que no era correcto hacerlo en ese momento.

—Adam tiene un tumor cardíaco y tristemente se le detecto demasiado tarde y ahora... Solamente queda esperar que en algún momento muera.— Dijo él. Michelle se sintió agradecida de que alguien tan importante como Gaspar confiará en ella.

—Me gustaría poder ayudarlo en lo que sea. Pero como usted escucho, necesito pagar la estadía de mi padre en este hospital y apenas ganó para sobrevivir.— Dijo ella.

Gaspar no dijo nada y recordó que había visto algo en la personalidad de Michelle que le había llamado la atención y en ese momento supo que era el momento de hacerle la propuesta.

—¿Eres casada, Michelle?

—No.— Michelle meneo la cabeza de un lado a otro.

—Te quiero hacer una propuesta.— Dijo él y antes de que ella dijera algo, continúo: —Quiero que te cases con mi hijo Adam.

La mirada de Michelle se amplió a modo de sorpresa.

—¿Usted quiere que yo me case con su hijo Adam?— Preguntó ella, —Pero es que él está en la última etapa de su vida.

—Y no solo quiero que te cases. También quiero que tengas un hijo de él.

Michelle estaba sorprendida. No tenía casi nada que decir al respecto y su mirada estaba en un punto fijo.

—Es que yo no sé si...

—Michelle, si no fuera por la situación que estoy atravesando no te estaría haciendo está propuesta.— Dijo él.

—¿Es por la enfermedad de Adam?

—Es algo que va mucho más allá que la enfermedad de Adam.— Contestó él, —Mi familia está con la obsesión de poseer las propiedades de Choco Lombardi y tengo que hacer algo para asegurar el futuro de la misma.

—Por eso quiere que me case con Adam y que tenga un hijo de él, ¿No?

—Sí. Adam en cualquier momento puede morir y yo ya estoy viejo para estás cosas y en algún momento me puede dar un infarto.— Dijo él, —Necesito que tengas ese hijo con Adam y que asegures un futuro heredero a las propiedades y presidencia de Choco Lombardi.

Michelle suspiro y cerró sus ojos por unos segundos.

—¿Y qué es lo que me gano yo a cambio?

—Te ayudaré a pagar los gastos médicos de tu padre, ¿Qué dices? ¿Aceptas mi propuesta, Michelle?

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