Pasado algún tiempo, Sung-Hoon anunció que saldría un momento. Ruby aprovechó la oportunidad para entrar en la habitación de su hermana sin tocar. Al entrar, encontró a Andrea con el móvil en la mano. Al notar la presencia de su hermana, Andrea apartó la mirada de la pantalla y la miró con un aire de incertidumbre.—Ruby... —dijo, su voz un tanto vacilante.—¿Tienes un momento? —preguntó Ruby, cerrando la puerta detrás de ella.Andrea asintió, consciente de que la conversación no sería fácil.—Ruby, sé que me vas a regañar por haber huido, pero no tuve otra salida. Créeme, no podía quedarme en esa casa ni un minuto más.—No he dicho que lo que hiciste fue una mala decisión —respondió Ruby, intentando mantener la calma—. Lo que realmente me preocupa es que nuestra tía Constanza pueda tener una carta bajo la manga. ¿De verdad crees que se ha resignado a que te has ido de su vida? Ella planeaba venderte a un hombre, obtendría dinero a través de ti. Eso suena cruel, pero es la realidad. A
El lunes, cuando la jornada laboral apenas comenzaba, Adriel apareció en la oficina de Sung-Hoon como un visitante inoportuno. Sung-Hoon estaba sumergido en la revisión de un proyecto importante, justo antes de una reunión crucial que debía llevar a cabo.—Sung-Hoon, solo vengo para una visita rápida —anunció Adriel con un tono serio.—Dime, ¿en qué puedo ayudarte? —declaró Sung-Hoon, sin apartar la vista de su pantalla.—¿De verdad crees que esa es toda la verdad? La hermana de tu esposa y tu esposa te están ocultando algo más, y tú no te das cuenta.—Lo sé —replicó Sung-Hoon, su tono grave.—¿Lo sabes? —Adriel frunció el ceño, incrédulo.—Sé que oculta algo. Pero voy a permitir que ella misma me lo diga.—¿Significa que tú sabes qué es lo que te están ocultando?—No he dicho eso, Adriel. Y aprovecho para recordarte que pudiste haber estado en graves problemas al permitir que una menor de edad se quedara contigo. Podrías haber sido acusado de cualquier cosa. ¿Por qué no me habías con
Después de la llamada del hombre, Sung-Hoon se quedó en su oficina, bastante pensativo. Las palabras de su madre resonaban en su mente, haciendo que su jornada laboral se volviera pesada. No podía creer que ella todavía creyera que Leandro fuera capaz de ocupar incluso el puesto más bajo en la compañía. Su madre no tenía derecho a exigirle que hiciera algo así.Por eso, cuando la jornada laboral terminó, Sung-Hoon decidió salir a explorar algún lugar de la ciudad en lugar de marcharse directamente a casa. Necesitaba hacer algo diferente esa noche; no quería seguir sintiéndose asfixiado por sus pensamientos. La llamada de su madre y la naturaleza manipuladora de su hermano lo atormentaban.Sung-Hoon ingresó a un bar que no estaba demasiado lejos de su casa. Se sentó frente a la barra y levantó la mano para llamar la atención del joven que atendía. El muchacho se acercó de inmediato con amabilidad.—Por supuesto, señor. ¿Le gustaría algo más? —preguntó mientras comenzaba a servir.—No,
Andrea se levantó temprano, lista para prepararse y asistir a la preparatoria. Después de arreglarse, se dirigió al comedor para comenzar a tomar el desayuno. Al ver a su cuñado y a su hermana, saludó respetuosamente, como solía hacer antes de unirse a ellos en la mesa.—Buenos días, Andrea. ¿Has descansado bien? —preguntó Sung-Hoon, sonriendo.—Sí, cuñado. He dormido muy bien esta vez —respondió ella—. Sin embargo, sin querer ser imprudente, temo que usted no parece haber descansado bien. Se nota en su rostro.Ante las palabras de Andrea, su hermana la miró con reproche, como si considerara que aquel comentario era innecesario. Andrea se encogió de hombros, sin malicia. Sung-Hoon, en cambio, sonrió con amabilidad.—Oye, Andrea, tienes un buen ojo para darte cuenta de las cosas. En realidad, no pude dormir demasiado bien, pero es mi culpa —admitió él, tratando de restarle importancia al asunto.—Escuché anoche cuando algo se cayó, y cuando me asomé, vi que usted caminaba con dificulta
Andrea entró a sus clases y prestó atención, pero a diferencia de otros días, esa jornada su mente parecía estar en otro lugar. Mientras luchaba por tomar apuntes, un solo pensamiento ocupaba su cabeza: Adriel. Se preguntaba por qué justo ahora estaba pasando por esta situación.Durante el receso, mientras guardaba su merienda, una pequeña voz interior le decía que quizás debería llamarlo y preguntarle cómo estaba. Sin embargo, sabía que eso se sentía incorrecto.—¿Cómo te llamas? —le preguntó un joven que parecía nuevo, ya que nunca había visto su rostro antes. Quizás se lo había cruzado sin prestar atención, y por eso no le resultaba familiar.—Andrea, ese es mi nombre —respondió ella, un poco cautelosa.—Mi nombre es Julián. Es un gusto conocerte, Andrea. Tienes un nombre muy bonito. Creo que una vecina mía también se llamaba así —comentó el joven, ubicándose a su lado. Andrea se sintió un poco incómoda; parecía que Julián estaba intentando tener una conversación con ella, y apenas
—No deberías volver a mi agencia inmobiliaria, y no lo digo por nada malo, sino porque podría meterme en problemas con mi amigo y también con tu hermana.—¿Por qué? ¿Hay algo de malo en que ambos podamos ser amigos?—No digo que sea algo malo, pero tampoco es normal que de pronto nos convirtamos en grandes amigos. Sería un poco raro, eso es lo que quiero decir.—Adriel, creo que estás exagerando. No tiene nada de malo que una persona sea amiga de otra, pero respetaré tu decisión, aunque me parece un poco tonto.—Tal vez tengas razón, estoy siendo demasiado estirado. Así que olvídalo.—¿Eso significa que podemos ser amigos? —quiso saber, y él suspiró.—Eso creo, pienso que podemos llevarnos bien. Eso es todo.—De acuerdo.Por otro lado, Ruby parecía un poco inmersa en sus pensamientos mientras observaba el colgante de rubíes que tenía en su cuello. Era demasiado hermoso; aún sonreía al recordar cuando su esposo se lo entregó. Luego de borrar la tonta sonrisa de su cara, decidió centrar
Andrea asistió aquel miércoles otra vez a la preparatoria siguiendo su rutina habitual. Creía que se había sacado de encima a Julián, ese jovencito que parecía demasiado interesado en ella, pero estaba equivocada. Una vez más, en medio del receso, mientras disfrutaba de su merienda en el comedor, él se sentó a su lado.—Créeme, solo quiero socializar un poco. Aquí no conozco a nadie, y nosotros tampoco nos conocemos bien, pero…Ella bufó.—¿Por qué crees que debes sentirte a mi lado? Eso es un poco incómodo.—Lo siento —pronunció Julián, dejando a Andrea perpleja. Sus ojos, inyectados de sinceridad, reflejaban una expresión de arrepentimiento que hizo que ella se sintiera mal—. La otra vez fui demasiado directo contigo, y eso no estuvo bien. Nunca quise hacerte sentir incómoda, pero terminé haciéndolo. ¿Me podrías disculpar?—¿Por qué no? Solo no lo vuelvas a hacer.Julián sonrió, y sus enormes ojos grises parecieron brillar.—Ah, otra cosa: probablemente me vaya dentro de varios mese
Andrea asistió a sus clases, y como era de esperarse, Julián se acercó a ella durante el receso de ese día. Sin embargo, a diferencia de otros días, esta vez ella parecía más tranquila con la compañía del joven, quien realmente solo intentaba ser amigable. Andrea, por su parte, estaba dispuesta a hacer más llevadero el tiempo que pasaría estudiando en esa preparatoria.—Dime una cosa, Andrea, ¿tienes planes para esta tarde? Estaba pensando en que podríamos hacer algo diferente —sugirió Julián con una sonrisa.—Oh, aunque no tengo planes, tampoco creo que me den permiso para hacer algo en la tarde —respondió Andrea, sintiendo una ligera ansiedad.—Eso me imaginé. Tal vez deberías preguntarle a tu hermana si te da permiso. Y si no lo consigues, lo entenderé —dijo Julián, tratando de ser comprensivo.—Vale, yo la llamaré en este momento y le preguntaré —aseguró Andrea, sintiendo un nudo en el estómago.Al cabo de algunos minutos, Andrea se contactó con su hermana Ruby. Estaba un poco ner