Después de la llamada del hombre, Sung-Hoon se quedó en su oficina, bastante pensativo. Las palabras de su madre resonaban en su mente, haciendo que su jornada laboral se volviera pesada. No podía creer que ella todavía creyera que Leandro fuera capaz de ocupar incluso el puesto más bajo en la compañía. Su madre no tenía derecho a exigirle que hiciera algo así.Por eso, cuando la jornada laboral terminó, Sung-Hoon decidió salir a explorar algún lugar de la ciudad en lugar de marcharse directamente a casa. Necesitaba hacer algo diferente esa noche; no quería seguir sintiéndose asfixiado por sus pensamientos. La llamada de su madre y la naturaleza manipuladora de su hermano lo atormentaban.Sung-Hoon ingresó a un bar que no estaba demasiado lejos de su casa. Se sentó frente a la barra y levantó la mano para llamar la atención del joven que atendía. El muchacho se acercó de inmediato con amabilidad.—Por supuesto, señor. ¿Le gustaría algo más? —preguntó mientras comenzaba a servir.—No,
Andrea se levantó temprano, lista para prepararse y asistir a la preparatoria. Después de arreglarse, se dirigió al comedor para comenzar a tomar el desayuno. Al ver a su cuñado y a su hermana, saludó respetuosamente, como solía hacer antes de unirse a ellos en la mesa.—Buenos días, Andrea. ¿Has descansado bien? —preguntó Sung-Hoon, sonriendo.—Sí, cuñado. He dormido muy bien esta vez —respondió ella—. Sin embargo, sin querer ser imprudente, temo que usted no parece haber descansado bien. Se nota en su rostro.Ante las palabras de Andrea, su hermana la miró con reproche, como si considerara que aquel comentario era innecesario. Andrea se encogió de hombros, sin malicia. Sung-Hoon, en cambio, sonrió con amabilidad.—Oye, Andrea, tienes un buen ojo para darte cuenta de las cosas. En realidad, no pude dormir demasiado bien, pero es mi culpa —admitió él, tratando de restarle importancia al asunto.—Escuché anoche cuando algo se cayó, y cuando me asomé, vi que usted caminaba con dificulta
Andrea entró a sus clases y prestó atención, pero a diferencia de otros días, esa jornada su mente parecía estar en otro lugar. Mientras luchaba por tomar apuntes, un solo pensamiento ocupaba su cabeza: Adriel. Se preguntaba por qué justo ahora estaba pasando por esta situación.Durante el receso, mientras guardaba su merienda, una pequeña voz interior le decía que quizás debería llamarlo y preguntarle cómo estaba. Sin embargo, sabía que eso se sentía incorrecto.—¿Cómo te llamas? —le preguntó un joven que parecía nuevo, ya que nunca había visto su rostro antes. Quizás se lo había cruzado sin prestar atención, y por eso no le resultaba familiar.—Andrea, ese es mi nombre —respondió ella, un poco cautelosa.—Mi nombre es Julián. Es un gusto conocerte, Andrea. Tienes un nombre muy bonito. Creo que una vecina mía también se llamaba así —comentó el joven, ubicándose a su lado. Andrea se sintió un poco incómoda; parecía que Julián estaba intentando tener una conversación con ella, y apenas
—No deberías volver a mi agencia inmobiliaria, y no lo digo por nada malo, sino porque podría meterme en problemas con mi amigo y también con tu hermana.—¿Por qué? ¿Hay algo de malo en que ambos podamos ser amigos?—No digo que sea algo malo, pero tampoco es normal que de pronto nos convirtamos en grandes amigos. Sería un poco raro, eso es lo que quiero decir.—Adriel, creo que estás exagerando. No tiene nada de malo que una persona sea amiga de otra, pero respetaré tu decisión, aunque me parece un poco tonto.—Tal vez tengas razón, estoy siendo demasiado estirado. Así que olvídalo.—¿Eso significa que podemos ser amigos? —quiso saber, y él suspiró.—Eso creo, pienso que podemos llevarnos bien. Eso es todo.—De acuerdo.Por otro lado, Ruby parecía un poco inmersa en sus pensamientos mientras observaba el colgante de rubíes que tenía en su cuello. Era demasiado hermoso; aún sonreía al recordar cuando su esposo se lo entregó. Luego de borrar la tonta sonrisa de su cara, decidió centrar
Andrea asistió aquel miércoles otra vez a la preparatoria siguiendo su rutina habitual. Creía que se había sacado de encima a Julián, ese jovencito que parecía demasiado interesado en ella, pero estaba equivocada. Una vez más, en medio del receso, mientras disfrutaba de su merienda en el comedor, él se sentó a su lado.—Créeme, solo quiero socializar un poco. Aquí no conozco a nadie, y nosotros tampoco nos conocemos bien, pero…Ella bufó.—¿Por qué crees que debes sentirte a mi lado? Eso es un poco incómodo.—Lo siento —pronunció Julián, dejando a Andrea perpleja. Sus ojos, inyectados de sinceridad, reflejaban una expresión de arrepentimiento que hizo que ella se sintiera mal—. La otra vez fui demasiado directo contigo, y eso no estuvo bien. Nunca quise hacerte sentir incómoda, pero terminé haciéndolo. ¿Me podrías disculpar?—¿Por qué no? Solo no lo vuelvas a hacer.Julián sonrió, y sus enormes ojos grises parecieron brillar.—Ah, otra cosa: probablemente me vaya dentro de varios mese
Andrea asistió a sus clases, y como era de esperarse, Julián se acercó a ella durante el receso de ese día. Sin embargo, a diferencia de otros días, esta vez ella parecía más tranquila con la compañía del joven, quien realmente solo intentaba ser amigable. Andrea, por su parte, estaba dispuesta a hacer más llevadero el tiempo que pasaría estudiando en esa preparatoria.—Dime una cosa, Andrea, ¿tienes planes para esta tarde? Estaba pensando en que podríamos hacer algo diferente —sugirió Julián con una sonrisa.—Oh, aunque no tengo planes, tampoco creo que me den permiso para hacer algo en la tarde —respondió Andrea, sintiendo una ligera ansiedad.—Eso me imaginé. Tal vez deberías preguntarle a tu hermana si te da permiso. Y si no lo consigues, lo entenderé —dijo Julián, tratando de ser comprensivo.—Vale, yo la llamaré en este momento y le preguntaré —aseguró Andrea, sintiendo un nudo en el estómago.Al cabo de algunos minutos, Andrea se contactó con su hermana Ruby. Estaba un poco ner
Adriel comenzó a golpear al chico sin importarle nada. Estaba enfocado en darle su merecido a ese idiota que pretendía hacerle daño a la pobre jovencita Andrea. La rabia lo consumía, y se sentía demasiado molesto por toda la situación.—¡¿Por qué estás haciendo esto?! ¡Maldita sea! Ahora mismo llamaré a la policía —gritó el chico, mientras intentaba protegerse de los golpes.Sin embargo, Adriel no podía detenerse; la ira lo cegaba.Finalmente, cuando se dio cuenta de que estaba en un punto peligroso, se detuvo. El joven ya estaba tirado en el suelo, quejándose y con sangre manchando su piel. Adriel respiró hondo, sintiendo que lo que estaba haciendo podía llevarlo demasiado lejos. Con una mano, se ocupó de marcarle a la policía, mientras que con la otra sostenía a Andrea, que parecía haber perdido la conciencia y no reaccionaba.Con el corazón latiendo con fuerza, Adriel logró comunicarse con la policía.—¡Emergencias! ¿Cuál es su emergencia? —preguntó la operadora, su voz firme y pro
Cuando Sung-Hoon le contó a su esposa Ruby lo que había sucedido con su hermana Andrea, la reacción de ella fue inmediata. Su rostro palideció y sus ojos se llenaron de lágrimas.—Sung-Hoon, me siento tan mal al saber lo que pasó… —dijo Ruby, su voz temblando—. No puedo creer que su propio compañero de clase haya hecho algo así. Le dije que podía pasarla bien en la tarde, le di mi permiso, y ahora mira lo que ha pasado. Es tan injusto.Sung-Hoon se acercó y la abrazó con fuerza, tratando de consolarla.—No es tu culpa, Ruby.Lamentablemente, este tipo de cosas son sucesos imprevistos. Nadie podía prever lo que iba a suceder —dijo él, con la voz firme pero amable—. Y lo más importante es que Andrea está estable. Adriel estuvo allí y logró intervenir a tiempo. Si no hubiera sido por él, las cosas podrían haber sido mucho peores.Ruby asintió, aunque la impotencia todavía la consumía.—Tienes razón —respondió, tratando de encontrar calma en medio del caos—. Debo ser fuerte. Quiero ir al