XXV.

—Dante… c-creo que Angeline ya viene —suspiró con dificultad.

Dante gritó sorprendido y salieron en busca de Konan.

Gracias a las libertades que los propios hijos de la Dama Naturaleza les dieron, pudieron llegar al templo de Konan en un santiamén.

—¡Konan! —gritó Dante—. ¡Angeline viene en camino!

La Creadora de Faris, cruzó el umbral de uno de los tantos pasillos y los guio a una habitación especial en el que se trataba a los heridos. Parecía un salón quirúrgico, poseía distintas camas y todo tipo de herramientas para tratar cirugías o heridas graves.

—¡Déjala aquí! La cama está esterilizada. Caín viene en camino.

Dante acostó con cuidado a Pandora y agarró su mano con delicadeza, siendo contrastado por el fuerte apretón de su amada.

—D-Duele bastante —dijo mientras empezaba a hiperventilarse.

—No pierdas la calma, respira lentamente —Dante le aconsejaba con voz relajada mientras acariciaba el dorso de su mano.

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