CAPÍTULO 24

Helena no podía abrir los ojos, pero sabía que marco estaba allí. A lo mejor era sólo una alucinación, pero podía jurar que lo escuchaba llorar a su lado, así que estiró como pudo su brazo hacia la alucinación y llegó a su mano. Los sonidos pararon de repente. El silencio se extendió por la habitación y por su cerebro y sólo fue consciente del beso lleno de lágrimas que Marco dejaba en su palma.

Marco estaba sufriendo tanto como ella, pero ¿por qué? ¿Qué era eso tan terrible por lo que estaban pagando los dos? ¿Por qué de repente aquel odio? ¿Por qué aquel ensañamiento? Estaba demasiado débil como para pensar, así que prefirió simplemente dejarse ir. Era imposible hacer cualquier gesto o levantarse. Le dolía el cuerpo y le dolía el alma, y no podía hacer nada con

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