Vanessa sabía a la perfección que la venganza no brindaría ningún tipo de solución a los innumerables problemas que Bianca había llegado a ocasionar; no obstante, un pequeño susto que la hiciera reflexionar por lo menos un par de segundos era suficiente.
—¡¿Estás loca?! — exclamó girándose de manera brusca y posó sus manos en el cristal, de alguna manera quería tener contacto con su hijo, tenerlo cerca y hacerle saber que estaría bien, a pesar de que ella misma supiera que no era así. —¡Es un ser vivo! Él respira, su corazón late tiene perfectamente signos vitales— señalaba las máquinas que registraban las pulsaciones y frecuencia respiratoria del hijo de Bianca. En sus ojos el horror e impotencia estaban grabados, era como si estuviera experimentando la peor de las torturas.
—¿