Escucho los gritos y algo que impacta contra el piso, salto de la cama y corro a la habitación de Jonás. Lo encuentro en mitad de la estancia arrodillado con la cabeza gacha y los hombros temblando, observo alrededor buscando identificar lo que estalló y veo la botella de whisky estrellada en el rincón. Respiro profundo. El sedante lo alteró mucho más de lo que pensamos, ya está lejos de aquí, la conciencia lo abandonó.
— ¡Largo, no confío en ti! – tomo una bocanada de aire.
— Jonás…
— ¡Fuera, intentaron drogarme! – se levanta y tambalea un poco, sin embargo es un roble.
— Tío, necesitas calmarte – salta sobre mí como una bestia salvaje y me empotra en la pared haciéndome crujir la columna.
Es el d