Bajo de la cama con el dolor en el costado punzándome y haciendo que se me dificulte andar. El Peque abre los ojos en el momento que tambaleo y corre hacia mí, pero lo detengo subiendo la mano derecha. Niega.
— Oye tío no creo que sea buena idea que camines de hecho, es muy mala idea ¡estás lastimado por Dios! – hago caso omiso a sus palabras y continúo barriendo la habitación con la vista en busca de una camiseta.
— ¡Cállate Charles y ayúdame a buscar una camiseta! – gruño.
— ¡Jonás, hazle caso al Chiquitín por favor! – entrecierro los ojos en una advertencia absoluta para el Peque.
— ¿Todavía estas al teléfono Jimbo? Cuelga para poder llamar a Leila – ladro — ¡no voy a repetirlo! ¿Entiendes? –