22.- Jonás.

Abandono la cama y entro a la ducha de nuevo, mi cuerpo se resiente por el agua fría por el sudor y el calor que siento. Lavo mi cuerpo y el cabello. De pronto la imagen de Leila invade mi mente y cierro los ojos, recorro mentalmente su cuerpo con ese vaquero desteñido y a la cadera que le hace un culo precioso y que si lo tuviera de frente en este momento azotaría, su rostro es perfecto, sus carnosos labios, esos ojos grandes y expresivos, su nariz pequeña y respingona. Recuerdo el vestido de ayer y me empalmo como un adolescente ¡no puede ser! Aun me duelen los músculos de la batalla con Kimmy ¿fueron que, cuatro horas? ¡Jesús soy un degenerado e insaciable pervertido de mierda! Pero mi mano se mueve sola al ritmo de la música que recuerdo estaba disfrutando esa chica pequeña, pura y virginal que está colándose en mis pensamientos. Aprieto los ojos y mi mano vuela sobre mi pene haciéndo

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