Hasta que te Conocí
Hasta que te Conocí
Por: Cory Massiel
Capítulo 1

Series Amores y Placeres I

Rebekah

¿Qué he hecho para merecer esto?

Me miro en el cristal de un escaparate. Estoy hecha un asco. Toda mojada, el maquillaje corrido y mi peinado arruinado. Con un poco de suerte no se han dañado mis hojas de vida. O bueno, las que me quedan.

Mi plan era lo siguiente: salir en la preciosa mañana que hacía hace tres horas, regar mi CV por varios negocios de la ciudad y volver a casa para llevar a mi novia al aeropuerto.

De todo esto solo he hecho las dos primeras, con lo que no contaba era que el cielo se tornaría gris y caería un torrente de agua. ¡Si estaba de lo más soleado! Bien decía mi abuela que el día más soleado llueve.

Con resignación camino hasta el subterráneo para ir a mi casa. Odio las multitudes pero esto me toca por ser pobre, algún día tendré un Ferrari… Algún día.

Mientras camino las dos cuadras que me separan de mi casa al salir de la estación, ruego a quién sea que me llamen de algún lugar. Lo que no es muy probable, porque no se hacer más nada que atender mesas y pintar cuadros.

Mi vida se resume en: huir de mis padres, complacer a mi novia, pintar, servir mesas, y llenarme la piel de tatuajes. Estudié arte en una prestigiosa escuela en la cual me saqué una beca, pero me descuidé y la perdí.

Tengo veintisiete años y soy un don nadie, fabuloso. Me detengo frente a mi edificio, es horrible. A Dahiana le gusta, sus padres le regalaron el piso, pero a mí me desagrada bastante. Algún día viviré en una de esas casas grandes sumamente costosas.

Suspiro y subo las gradas de dos en dos, hasta llegar a la puerta del apartamento. Abro con mis llaves y no termino de entrar cuando Dahiana ya está dándome órdenes. La amo, pero odio que haga eso.  

Llegas tarde, necesito que hagas algo de comer para antes de irme pone las manos en su cadera. Pongo los ojos en blanco.

Hola Rebekah mi amor, ¿Cómo estás? ¿Te has mojado? ¿Un beso quizás? digo con sarcasmo.

Saco mi ropa mojada, hasta quedarme en interiores. Ella me mira con una ceja arqueada.

¿Qué?

Estás mojando mi piso. contesta.

De verdad que hay veces que no te soporto. paso por su lado para ir a bañarme.

La oigo llamarme pero la ignoro. Dahiana había sido mi soporte estos últimos diez años. Pero ya me estaba hartando. 

Recuerdo como empezó todo esto. Mis padres me odiaban, prácticamente. Mis hermanas ni hablar, siempre se burlaban de mí por ser más gorda que ellas.

Mi familia era rica, mi madre era una esposa florero y mi padre un hombre muy recto y frío. Hablo en pasado porque cuando yo nací cayeron en la quiebra y me culparon de aquello. Perdieron todo, autos, propiedades, joyas y lo más importante: estatus.

Físicamente me parezco a mi madre y hermanas. Rubias, ojos color ámbar excepto por la complexión delgada, las que ellas poseían. Edra y Amara, mis hermanas, me golpeaban y se burlaban en la escuela con los demás de mi cuerpo.

Los odié, los odio a todos. Mi padre nunca me defendió de ellas y eso supone un gran dolor para mí. Fue en el último año de escuela cuando conocí a Dahiana. Solo tenía diecisiete años y estaba destrozada porque el único chico que me gustaba se había burlado de mí.

Ella se convirtió en mi mejor amiga, me daba cariño, amor, comprensión, todo lo que necesitaba y poco a poco me fui enamorando de ella. Comencé a bajar de peso con su ayuda y cuando se me declaró la acepté, cuando mis padres se enteraron me echaron de casa.

Suspiro debajo de la cascada de agua. No vale la pena traer al presente esos recuerdos, ya han pasado diez años y estoy feliz dentro de lo que cabe, sin ellos. Cuando salgo del baño envuelta en una toalla, me encuentro a Dahiana sentada en la cama.

Discúlpame, estoy nerviosa por el viaje. dice mirando al piso.

Estás insufrible Ana, pero aun así te quiero. ella se levanta y sonríe.

Es unos centímetros más alta que yo. Le devuelvo la sonrisa antes de fundirnos en un beso.

Te voy a extrañar. hace un puchero graciosos y le doy un pico.

La gente nos mira raro y no me importa. Hace años que perdí el miedo a que nos vean.

Yo también. le doy un abrazo.

Mi niña solloza su madre Espero que te vaya bien.

Me separo para que se despida de su madre. Estamos en el aeropuerto, Dahiana se irá a África por cinco meses a hacer trabajo voluntario, ella es paramédica y siempre fue su sueño ayudar a los niños de ese país.

Sus padres aceptan la orientación sexual de su hija, mientras ella sea feliz hacen lo que sea. Si mis padres no pensaran tanto en las apariencias.

Sacudo mi cabeza para alejar esos pensamientos.

Pasajeros del vuelo 512 de American Airlines con destino a Kenya, África, por favor abordar por la puerta 13.

Ese es mi vuelo. Dice Ana y toma sus maletas. Nos vemos pronto grita mientras se aleja.

Sonrío y me despido con la mano. Acepto que los padres de Ana me lleven a casa y mientras vamos en carretera me planteo que no me afectó tanto separarme de Dahiana como pensé que sería.

Pasamos por un restaurante que recién ha dado apertura y veo que solicita personal. Puede que esta sea una nueva oportunidad, mañana llevo un CV.

Lo que no me esperaba era que ese restaurante me cambiaría la vida.

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