Mario
Será como tiene que ser, sucederá lo que tenga que suceder. No estaba dispuesto a no ver la realidad en la que vivía y cierto es que mi realidad siempre tuvo un nombre y ese es el de la mujer que ahora mismo estaba tumbada junto a mí y en su cama.
—¿Y cómo supiste que Volker no estaba en casa? —su pregunta llega a mis oídos haciendo que vuelva del trance en el que me encontraba.
—Lo supe y ya, no tienes que preocuparte de eso, Leyna.
Mis palabras no fueron suficientes para que comprendiera que ahora mismo deberíamos disfrutar del momento y no perder tiempo en otra cosa. Alza su rostro que estaba recostado sobre mi pecho y me mira bajo la luz de la luna.
—¿Estabas en el hotel con él y las españolas?
Me pierdo por un momento en sus hermosos ojos—. No—contesté muy seguro.
—¿Y entonces