Auguste intentaba concentrarse en todo lo que pasaba a su alrededor, después de que Ren ingresara y Natsuki hiciera su bochornoso espectáculo. El Rey había intentado hablar, pero el alfa Hiro casi se desmayó. Auguste suponía que el alfa Hiro debía estar luchando con su lobo y las contradicciones de ver a su nieto como el traidor que era debía estar volándole la cabeza.
Auguste iba a desmayarse también.
De todos los lugares y todos los escenarios en su cabeza en las que imagino encontrar a su mate. Jamás hubiera imaginado encontrarla en un tribunal de guerra, en medio de un calor infernal y alrededor de tanta gente tan insulsa.
—¿A quién se le ocurrió hacer esto público? —Auguste miro a todos con cara de asco—, esto va a terminar en mil años a este paso.
—¿Esto es demasiado para un delicado francés? —se burló Isaac, el futuro alfa del Reino Unido.
—¡Va te faire enculé! —Auguste lo mandó a rodar.
Auguste miró hacia donde estaba su padre, sabía que muchos ojos estaban sobre ellos po