Léster finalmente no pudo aguantar más y exclamó:
—¿Qué está sucediendo…? ¿Cómo es que ahora es así y después de un momento es todo lo contrario?
El ataque puro les generaba miedo, pero no les torturaba la mente, ya que ellos no eran los principales objetivos; la trampa estaba enfocada en Fane, y ellos dos solo eran collateral.
Sin embargo, los constantes cambios empezaban a ser demasiado para ellos, como si hubieran entrado en un mundo aterrador, y se sentían completamente despojados de su fuerza. Esa sensación era muy angustiante.
—¡Vaya! —gritó Cándido de repente.
Léster, instintivamente, se giró y vio que Cándido tenía una expresión distorsionada y los ojos muy abiertos, como si estuvieran a punto de salirse de sus órbitas.
En ese momento, el sonido del agua había desaparecido, y el silencio era sorprendente. Después del grito de Cándido, Léster pudo escuchar con claridad el latido acelerado de su corazón.
Léster tensó la boca y le dijo:
—¿Qué estás haciendo? ¡No grites así! ¿Ac