98. LUCHAS DE PAREJAS
Todos se miran entre ellos ante la pregunta del alfa Aoron, que los observa con orgullo y al mismo tiempo con tristeza al escuchar a sus dos hijos desear quedarse en la tierra y no subir al mundo celestial con ellos.
—Sí, papá, estamos seguros. Yo tampoco quiero dejar de ser lobo —dice Enril y se introduce en el hombre lobo Gael que lo recibe feliz al igual que la mujer loba de Leía a ella— nos quedaremos como hasta ahora, en la manada.
—¿Están seguros que eso es lo que quieren? — pregunta de nuevo el Arconte Mayor, su padre Aoron.
—Sí — contestan los cuatro al mismo tiempo.
—Muy bien, pero recuerden que ahora ya no están castigados, pueden salir de sus lobos y convertirse en humanos. Nosotros debemos volver para resolver todo. Pero regresaremos a vivir con ustedes, lo prometemos.
—Papá, mamá —los llama Gil al ver la cara de tristeza de el Alfa Zoran y la Luna Enver— no estén tristes, cuando aprenda a ser bien una Arconte, prometo ir a visitarlos con Aren y quedarme un tiempo con u