- ¡Mateo! - saluda James desde la puerta, mientras me saluda.
Mateo baja corriendo las escaleras, cierro los ojos con temor de que caiga de estás, pero gracias a la suerte no lo hace, abraza a James en un fuerte apretón mientras tomo su mochila del sofá.
- Bien, aquí están - digo entregando la - tiene tarea de español y matemáticas, por favor no vayan a llegar tarde, otra vez.
- Si, si, Gigi, yo me encargo.
Asiento antes de agacharme a la altura de Mateo para darle un beso en la frente.
- Pórtate bien - pido.
- Lo haré - responde antes de salir de casa.
- Lo cuidare bien - anuncia James.