Gaia permitió que Ángelo volviera a tomar a Leo mientras Alessandro la levantaba en brazos para meterla en la parte trasera de uno de los autos. Ni siquiera miró atrás, al cuerpo inerte que había quedado sobre la hierba manchándola de rojo. El italiano se sentó a su lado, abrazándola, y esperaron exactamente quince minutos a que Malena y Ángelo aparecieran. Gaia no preguntó, no quiso saber, solo se acomodó junto a su pequeñosintiendo una inmensa paz en su corazón.
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