CAPÍTULO 30

Gaia había abierto la puerta y se había quedado estática de repente, contemplando aquel rostro que se le hacía tan conocido. Pasaron uno, dos, tres segundos durante los que ninguno de los dos habló, y luego un mar de recuerdos pareció invadirla hasta dejarla paralizada por completo.

Sintió un movimiento a su espalda y adivinó la presencia de A

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