POV Omnisciente.

El tiempo, esa fuerza imparable, había teñido de nuevos colores el tapiz de sus vidas. Cinco años habían pasado desde aquel memorable día de su boda y su traslado a su imponente mansión de Washington.

Cinco años no solo de construcción de un hogar, sino también de un imperio familiar forjado en el amor, la resiliencia y la inquebrantable fe el uno en el otro.

La mansión, que antes era un lienzo en blanco, ahora vibraba con la energía de la vida. Las risas infantiles llenaban los amplios salones y el vasto jardín, especialmente las de Daniel, que, con cinco años, era un torbellino de curiosidad y alegría.

Con el cabello oscuro de su padre y los ojos vivaces de su madre, corría por los pasillos, siendo un recordatorio viviente del amor que lo había traído al mundo.

Isabella, sentada en la terraza con una taza de té, observaba a Daniel jugar con un entusiasmo inagotable. Su vientre abultado era un dulce secreto: la noticia de una nueva vida que pronto se uniría a la fami