ELARA
Ryden parece sorprendido por un segundo antes de acercarse más, agarrando mi muslo enganchado alrededor de su cintura y levantándolo más alto. —Cuidado, pequeña, mi autocontrol no es tan bueno —gime junto a mi oído, haciéndome temblar. Se frota contra mí, y jadeo cuando su erección se presiona contra mí.
Se ríe de mi reacción al principio, luego gime como un hombre hambriento en busca de cena. Besa mis labios, luego mi mandíbula y muerde mi garganta.
Me pierdo en las sensaciones y gimo contra él. Me arqueo contra la cama, dándole acceso a más de mi garganta. Cada beso y toque se graba en mi mente. Nunca quiero que se detenga, no sé qué me pasa y en este punto no me importa.
Su lengua sale y lame un patrón en espiral contra mi cuello antes de chuparlo. Sus dientes me rozan, pero no tengo miedo. Me arqueo más, empujando mi cuerpo contra el suyo. Los cosquilleos se convierten en chispas, que se transforman en un incendio voraz que me consume. Mi clítoris palpita y me presiono co