Amaneció, afortunadamente logré dormir después de aquel asedio descarado. Maciel ya estaba de pie y en la ducha, como yo estaba en deuda por lo de anoche, le di pronto un buen trato en él para empezar bien el día. Con una sonrisa de oreja a oreja bajamos las escaleras y luego de cara, vi a Kayo sentado a la mesa y esperando para el desayuno tener que mirar para él después de ayer era terrible.
- Buenos días.
- ¡Buenos días, hijo!
Maciel dio una palmada cordial en el hombro de su hijo y tiró de la silla para mí sentándose al lado.
- ¿Y Sara? - Maciel preguntó mirándolo.
- ¡Se fue como todos saben!
- ¿Y no tienes intención de hacer nada al respecto?
- Yo no la envié, fue por inmadurez.
– Mi hijo, además de ser su compañera, Sara es de la familia. Si ya no quieres tener una relación amorosa con ella, al menos ve y termina como el hombre que eres.
- El señor habla muy bonito mi padre, ni parece el mismo que vivía como perro y gato con Elizabeth.
- No estamos hablando de nuestra relación,