La felicidad dura poco...

Desperté y ya era de noche, estaba sola en la burbuja blanca, así había llamado a esta cama. Toda la habitación estaba a oscuras, así que me costó un poco de trabajo levantarme de la cama y encontrar algo que ponerme hasta que vi en un tocador que estaba frente a la cama una bata roja, esto lo había calculado Apolo a la perfección, le encantaba que vistiera ese color, tenía que preguntarle el por qué luego. me puse la bata y salí a explorar los pasillos, la casa era enorme, entré en dos habitaciones antes de encontrar las escaleras que daban a la planta baja, un olor sabroso fue el que me guió hasta la cocina y ahí estaba él.

Estaba frente al fogón y por tanto, de espaldas a mí, solo tenía puesto su bóxer y con su cabello rubio despeinado daba una sensación de despreocupación, se veía relajado y contento porque estaba cantando la canción que se escuchaba de fondo en toda la cocina. Su espalda ancha era un monumento artístico digno de apreciar, cada uno de los músculos le sobre

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