47 - Un pasado triste.
La música resonaba en el aire mientras Leandro se retiraba de la bulliciosa fiesta en el viñedo. Con pasos seguros y decididos, caminó en dirección a la mansión donde se encontraba su esposa, descansando; aunque dudaba de que esa fuese la realidad.
A medida que se acercaba a la entrada de la mansión, un sirviente se cruzó en su camino, bloqueándole el paso con expresión de disgusto.
— Lo siento, señor, pero está prohibido entrar a las habitaciones si no es invitado — dijo el sirviente con tono autoritario.
Sin embargo, Leandro no se dejó intimidar por la advertencia del sirviente. Con la mandíbula firme y la mirada decidida, se enfrentó al hombre con determinación.
— Entiendo las reglas, pero necesito ver a mi esposa — respondió Leandro con voz firme.
El sirviente pareció vacilar por un momento, pero luego frunció el ceño con desaprobación. No lo había visto en todo el día, y tenía órdenes estrictas de mantener en orden.
— Lo siento, señor, pero no puedo hacer excepciones — dijo