A Mary le encantaban aquellas fiestas. Unos pocos amigos íntimos significaban más o menos doce personas sentadas a la mesa. Amelia sonrió.
-Sería magnífico. Déjame que se lo consulte a Ryan y luego te lo confirmaré -contestó pensando que para el viernes Ryan y ella ya habrian terminado la farsa, nada mejor para una boda relampago que una separacion y divorcio de la misma manera. Sabia por lo que Mary le dijo que estaria algo desepcionadad pero no trataria de influenciar sus decisiones.
-Ryan es absolutamente perfecto para ti. Sé que vais a ser muy felices.
¿Qué podía contestar a eso? Esbozó la sonrisa de recién casada otra vez y abrazó a Mary. Por primera vez en su vida la había engañado, pero no volvería a hacerlo nunca más. Nunca. Se soltó y miró a su alrededor.
-Creo que no me dejo nada. Vamos a buscar a mi marido.
Bajaron las escaleras. Ryan las esperaba en el hall intentando no parecer impaciente. Incluso parecía que se alegraba de verla.
-Aquí baja -dijo sonriendo-. ¿