8 ¡Ella no quería!

Al otro día en la casa de los Ricci Silvana bajó a desayunar y estaba malhumorada, saludó y se sentó a comer. Su padre le dijo:

—Ahora sí, dime qué no es cierto eso que dijeron.

—No lo sé papá, Jeremith dice que se casó con esa tal Perla, pero yo no le creo.

—Si es así eso será fatal para nosotros, una boda con Jeremith será lo único que nos salve de la quiebra, y si él se casó con esa mujer tú serás la culpable por haberlo abandonado justo el día de la boda.

—¿Hasta cuando vas a reprocharme?

—Si no hubieras cometido esa locura en este instante fueras la señora Hamilton, estarías desayunando junto a tu marido millonario y nosotros estaríamos tranquilos sin que la ruina nos respire en la nuca.

***

Perla también fue confrontada por su madre, ella no quería decirle la verdad de lo que sucedía, pero se vio obligada y le contó todo.

—Entonces ese amigo tuyo te engañó, y tú no debiste casarte con él sin conocerlo.

—Lo conocía… eso creí.

Jeremith fue a la casa de Perla, ella estaba en la sal
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