5 Irás comigo.

Perla tomó su bolso, iba de salida al club nocturno donde trabajaba como bailarina. Se despidió de su madre y se marchó. Poco tiempo después llegó Jeremith a buscarla, cuándo Fabiola le abrió él saludó:

—Buenas tardes. —Fabiola ignoraba todo lo que estaba sucediendo.

—Buenas tardes, ¿Qué se le ofrece?

—Necesito hablar con Perla.

—Mi hija se marchó a trabajar hace algunos minutos, ¿usted quien es? 

—Soy su esposo.

—¿Su esposo?

—¿Su hija no le dijo que se casó conmigo el fin de semana?

—¡No! ni siquiera sabía que Perla tenía novio.

—Pues está casada conmigo, ¿en dónde trabaja mi esposa?

—¿Si es su esposo por qué ella no le ha dicho dónde trabaja?

—Eso no importa, solo dígame dónde está para ir a la buscarla.

—Sabes qué, no le voy a decir dónde trabaja mi hija, usted es un mentiroso, ella jamás se casaría con ninguno sin antes decírmelo. —Él la miró por encima del hombro.

—¿De verdad cree que un hombre como yo necesita mentir?

—Mejor váyase y no venga más a molestar. —El en un tono imperante dijo:

—¿Me va a decir dónde trabaja Perla?

—Pues no. 

Fabiola le tiró la puerta en la cara, Jeremith salió furioso, se fue hacia donde tenía estacionado el auto, de pronto vió a Savannah que iba de salida, entonces se acercó a ella.

—¿Tú eres la amiga de Perla? —Ella se puso nerviosa.

—Eh si.

—¿Me podrías decir en dónde trabaja?

—Baila en un club nocturno.

—¿Qué? —Savannah se tapó la boca, luego dijo:

—No debí decir eso.

—Hiciste bien en decírmelo, ¿y qué tipo de baile se supone que hace?

—No es lo que piensa.

—¿Qué supone que estoy pensando?

—Ella no baila sin ropa como las otras chicas. —Jeremith entrecerró los ojos.

—¡¿Es un club nudista?! —Savannah asustada asentó con la cabeza, Jeremith meneó la cabeza.

—Me casé con una desconocida que además es una mujerzuela que baila en un club.

—Ella no es así como usted piensa, hay una razón de peso, ella se vio obligada a tomar ese empleo, es que…

—No necesito explicaciones, que haga lo que se le dé la gana, igual voy a anular ese matrimonio, no me quedaré casado con una… mejor no digo más. Ahora dígame en cuál club trabaja, necesito hablar con ella de inmediato.

Savannah le dijo el nombre y dirección del club, era el mismo a donde Arturo lo había llevado a pasar un buen rato el fin de semana. Frunció el ceño y dijo en sus adentros:

“Arturo debió decirme de dónde había salido esa mujer."

Se dio vuelta y se dirigió a su coche, Savannah también subió al suyo y se dijo así misma:

—Debo llegar al club antes que ese hombre y poner a Perla en sobreaviso.

Lo hizo, aceleró el paso y llegó antes que Jeremith. Buscó a Perla que se encontraba en el camerino, ella se estaba acomodando un tocado de cuentas doradas en su cabeza, estaba vestida con un traje de dos piezas color dorado con pedrería que hacía brillar como un sol.

—Perla, Jeremith viene en camino.

—¡¿Jeremith?! ¿Y para qué viene?

—No lo sé, fue a tu casa, se puso furioso cuando supo que bailabas en este club.

—¿Para que le dijiste donde trabajo?

—Intenté no hacerlo, pero me fue imposible, además me da miedo que descubra la farsa y te envíe a la cárcel. Se molestó mucho cuando supo que bailabas aquí.

—No tiene por qué molestarse, no soy su mujer.

—Estás cansada con él.

—Es una farsa, y más le vale que no llegue aquí a fastidiarme.

Aún estaban hablando cuando una de las meseras llegó al camerino.

—Perla un caballero te busca, dice que se llama Jeremith Hamilton, lo hice pasar al pasillo. Perla miró con reproche a Savannah.

—Está bien, dile que iré en seguida. 

La mesera le entregó el recado a Jeremith, él se quedó de pie esperando que ella llegara, un par de minutos después Perla apareció, él observó la bata de seda que se había puesto encima, no se esmeró en disimular su enojo, con sus ojos la escaneó de arriba abajo, Perla le dijo:

—¿Qué se te ofrece? —Él puso una sonrisa burlona y se acercó a ella, se quedó mirándola de frente.

—¿Qué me ofreces? —Perla ya sabía lo que él estaba pensando.

—¿A qué vino? quedamos en que nos veríamos en el tribunal para anular el matrimonio. 

Jeremith se quedó callado mirándola fijamente, Perla se puso a la defensiva y lo desafío con la expresión de su rostro. De pronto él le arrancó la bata que ella llevaba encima y se quedó observando el conjunto dorado de pedrería. 

—¡Vaya! Pero si es toda una sensación como traída de Las Vegas. —Perla frunció los labios.

—Habla ya, ¿Qué es lo que quiere?

—Vine a llevarte conmigo.

—¿De qué estás hablando? —Él la agarró bruscamente del brazo y la jaló.

—Te irás conmigo a mi mansión.

—¡No!

—Si irás. —La jaló para llevarla a rastras pero ella se opuso.

—No iré a ninguna parte.

—¿Te mueres por salir a exhibirte verdad? —Ella alzó la voz.

—¿Qué te importa?

—Mientras seas mi mujer no dejaré que trabajes en un lugar tan vulgar y asqueroso como este.

—¿Cómo me lo va a impedir?

—Te encerraré en mi mansión, te encadenaré si es necesario. —Ella se rió con sarcasmo.

—Sí claro. 

La llevó a rastras hacia la salida, Perla armó un escándalo, los hombres de seguridad y el gerente llegaron, pero al ver que era el esposo y que además era el primo de Arturo, un cliente muy importante del club, decidieron no meterse en el asunto. Jeremith llevó a Perla a su auto, apenas espero que Savannah le llevara su bolso y su ropa. 

Jeremith condujo su coche, el club estaba lejos de la mansión, había que conducir durante una hora. Por el camino no cruzaron Palabras, Perla tenía su rostro hacia la ventanilla evitando así a Jeremith. Pasarón como veinte minutos, de pronto él estacionó el auto a la orilla de la carretera y rompió el silencio que había entre los dos y le dijo:

—Discúlpame Perla… no sé por qué actué de esa manera, sé que no tengo derecho, eres libre de hacer lo que deseas con tu vida, es solo que no creí… 

Frenó sus palabras, pero Perla sabía lo que él diría.

—No creíste que bailaba en un vulgar club, pero ya lo sabes, como también debes saber que no tengo porqué darte explicaciones.

—Si, tienes razón, no tengo ningún derecho.

—Está bien, te disculpo. Ahora dígame qué es lo que quiere además de insultarme y de sacarme del lugar donde trabajo. —Jeremith suspiró.

—Quiero que me acompañes a una reunión familiar, hoy está cumpliendo años mi abuelo, toda mi familia estará allí, y mi ex prometida, por esta noche deseo que seas mi esposa. —Perla se rió.

—¿Para qué me vas a presentar a tu familia? Igual no vamos a seguir casados por mucho tiempo.

—Te pagaré lo que me pidas, solo debes fingir que estás muy enamorada de mí, delante de todos quiero que aparentemos que somos muy felices y que nos amamos. Míralo como un trabajo, te daré una muy buena paga. —Perla lo pensó por un momento.

—Está bien, pero ¿qué necesidad tienes de hacer esto?

—No hagas preguntas, solo finge que estás muy enamorada de mí —Encendió el auto y arrancó—. Vamos a un centro comercial a comprarte ropa, necesitas un vestido acorde a la ocasión.

***

 

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