4 Buena idea.

Perla estaba aliviada, después de todo pronto se libraría de ese matrimonio. Arturo la llamó a su celular.

—¿Qué te dijo Jeremith?

—Anulará ese matrimonio, no está interesado en continuar con esto.

—Seguramente lo convenciste.

—No, fue él, es lógico que desee liberarse de mí.

Arturo colgó el teléfono y dijo:

—No dejaré que Jeremith anule ese matrimonio, necesito que todos la vean y se enteren que mi primo está casado con ella.

Silvana Ricci había intentado reconquistar a Jeremith después que lo dejó plantado en el altar; ella huyó el día de la boda aparentemente con otro hombre, pero después lo negó, ella y sus padres dijeron a la familia Hamilton que había huido porque tenía nerviosos, la familia de Jeremith creyeron en la historia que los Ricci les habían contado, pero Jeremith no, él estaba seguro que su prometida le había sido infiel, y como era un hombre muy celoso, eso imposibilitaba la reconciliación. Sin embargo Silvana no se había rendido, tenía meses intentándolo, estaba convencida de que lograría su perdón, más aún cuando los Hamilton la estaban apoyando, principalmente Ximena, la hermana de Jeremith.

Jeremith regresó a la mansión después del encuentro que tuvo con Perla, no estaba de humor para recibir visitas, pero se llevó la desagradable sorpresa de que Silvana y sus padres estaban en la sala charlando con la familia mientras bebían un té, Altagracia, la madre de Jeremith puso una gran sonrisa mientras sostenía la taza de té.

—¡Hijo qué bueno que llegaste! Silvana y tus padres hoy van a acompañarnos a la cena especial que mandé a preparar para tu abuelo. 

Jeremith frunció el ceño, no se esmeró en disimular que no le agradaba que ellos estuvieran en la mansión. Saludó a los padres de Silvana, pero a ella ni la miró, después les dijo:

—Necesito retirarme, con permiso. 

Silvana le sonrió e intentó acercarse a él, pero Jeremith le pasó por un lado y la ignoró, ella agachó la mirada y se ruborizó. Altagracia se puso de pie y se acercó a ella con una sonrisa.

—No te preocupes hija, él solo intenta castigarte, pero llegará el momento en que se rendirá al amor que siente por ti.

—Te agradezco tus palabras Altagracia, pero no sé si pueda soportar su rechazo por más tiempo. —El padre de Silvana la miró con reproche y le dijo:

—Con un hombre como Jeremith vale la pena esperar el tiempo que sea necesario, además fuiste tú la que huyó el día de la boda.

Jeremith fue a estudio, se sentó detrás del escritorio, tenía una dura expresión en su rostro, odiaba que su familia interviniera en su vida y que procurarán una reconciliación entre él y Silvana, aún la amaba, pero su rencor y sus dudas hacia ella eran lo suficientemente fuertes como para desear alejarla de su vida para siempre. 

De pronto Silvana entró al estadio sin antes llamar y cerró la puerta, Jeremith la miró con dureza en su rostro:

—¿Qué haces aquí Silvana?

—Necesito que hablemos.

—¿De qué quieres hablar?

—De nosotros.

—Nosotros no existe desde hace mucho tiempo.

—Jeremy sé que me amas y no voy a rendirme hasta conseguir tu perdón. —Él se puso de pie y se acercó a ella con una talante intimidante y le dijo:

—¿Por qué estás tan segura de que te amo? Nadie conoce el corazón ajeno ni los sentimientos que se esconden detrás de la frente del otro.

—Te conozco y sé que aún me amas.

—Yo también creí que te conocía, eso hasta el día qué me dejaste plantado para irte con otro.

—Aún insistes en creer que me fui con otro.

—¿De dónde crees que sacó la información esa persona que me llamó por teléfono para advertirme que me ibas a dejar plantado?

—Esa persona es alguien que quiso aprovecharse de la situación para hacernos daño, seguramente fue una de tus enamoradas.

—¿Estás tratando de echarme la culpa cuando hablas de mis enamoradas?

—No, no es eso, mírame cómo estoy sufriendo, siento que moriré si no tengo tu amor.

—Ya no creo tus mentiras. 

De pronto Silvana se arrodilló delante de Jeremith, él algo anonadado la agarró de la mano y la levantó.

—No necesito que te arrodilles.

—¿Qué debo hacer entonces para que me perdones? No puedo vivir sin tu amor —Se acercó más a él y le tocó el rostro—. Las noches las paso en vela pensando en ti, en tu amor, en lo feliz que me hacías sentir. 

Jeremith agachó la mirada, porque él también pasaba las noches sin dormir sufriendo por el desamor que Silvana le había provocado, ella se dio cuenta que había tocado su lado sensible, entonces continuó:

—Me desespero porque necesito tus besos, cuando estoy sola entre las sábanas pienso en ti, ardo de pasión y siento celos solo de pensar que estás quemando otra piel con tus labios. 

Jeremith la miraba a los ojos indignado, pero a la vez había añoranza detrás de esa mirada. Por varios segundos se quedó paralizado con sus ojos puestos sobre los de ella, de pronto la agarró de la cintura y bruscamente la pegó contra su cuerpo, luego mirándola con fijeza  le dijo:

—Yo también siento deseos de devorarte todas las noches, me dan celos cuando pienso que estás en otros brazos recibiendo otros besos, otras caricias. 

Ella lo agarró de la nuca y de inmediato comenzaron a besarse a devorarse los labios el uno al otro, Jeremith muerto de pasión y deseo, Silvana no pretendía perder el tiempo y de inmediato le soltó el cinturón y tocó sus partes íntimas.

—Quiero darte placer como siempre, quiero que me alimentes con tu néctar en mi boca. 

Jeremy jadeó y se quedó inmóvil con sus ojos posados sobre ella, Silvana se inclinó frente a él y puso sus rodillas en el piso, quería repetir actos de placer qué siempre habían sido de los dos. Jeremith estaba rendido por el deseo, no solo carnal, sino el deseo de estar con ella. Todo alrededor desapareció, solo eran ellos dos; Silvana estaba segura que lo había logrado, ahora tendrían un buen acercamiento y era muy posible la reconciliación.

Antes de empezar a darle placer le dijo:

—Se que soy la única capaz de mover tu ser, eres mío, solo mío, ninguna otra mujer ocupará mi lugar, jamás. 

Jeremith estaba respirando agitadamente, al oír sus palabras se quedó observándola por algunos segundos con su cuerpo inmóvil, de pronto se apartó de ella y se subió la cremallera del pantalón.

—¿Qué sucede?

—No soy tuyo. —Ella se puso de pie anonadada.

—Pero me amas, eres mío y yo soy tuya.

—No te amo, añoro la felicidad que tuvimos y que destruiste, pero no te amo, en realidad te menosprecio. —A Silvana se le aguaron los ojos.

—¡Si me amas!

—Lo nuestro ya no puede ser, ahora pertenezco a otra mujer.

—¿Qué estás diciendo? Estoy segura que no tienes otra, si acaso tendrás alguna aventura, pero ninguna mujer es suficiente para que te olvides de mí.

—Te equivocas, conocí a alguien, hace algunos meses atrás en un viaje, es una chica realmente hermosa.

—Eso no me dice nada, existen muchas mujeres hermosas, pero eso no significa que sean importantes para ti.

—Se llama Perla.

—No me interesa cómo se llama.

—Por eso debes marcharte ahora mismo de la mansión, porque esta noche Perla vendrá acompañarme a la cena del abuelo.

—Solo lo dices para fastidiarme, además no creo que tu familia acepte a una desconocida mientras que me estás echando para traerla.

—Entonces quédate, quiero que la conozcas. Ahora por favor vete, tengo cosas importantes por hacer. —Silvano cabizbaja se marchó del estudio, Jeremith quedó solo se sentó en la silla detrás del escritorio y dijo dentro de sí:

"Necesito que Silvana desaparezca de mi vida." 

De pronto recordó las palabras de Arturo:

«Por qué mejor no la traes a la mansión por algunos días, se la presentas a todos como tú legítima esposa, así harás que Silvana sufra, ¿Te imaginas su cara cuando vea a tu mujer?»

Dijo en voz alta:

—No es mala idea la de Arturo, Perla en verdad es una mujer preciosa, voy a sorprenderlos a todos está misma noche, haré que Perla haga acto de presencia en esa reunión.

Puso una malévola sonrisa y agregó:

—Lo haré, mandaré a traerla, esta misma noche les presentaré a mi esposa.

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