CAPÍTULO 63. Un hombre dispuesto a todo
Naiara ni siquiera podía explicarlo. O definitivamente se había vuelto loca, o el hombre frente a ella no tenía ni un gramo de decencia, o al menos el sentido común elemental que se necesitaba para tener relaciones humanas coherentes.
—¿¡Estar ahí para mí?! —espetó sin poder evitarlo y Samuel casi dio un respingo, parapetándose detrás de una columna.
Eso de escuchar a escondidas jamás había sido lo suyo, pero no podía negar que la sangre le estaba hirviendo en las venas, y que los celos lo habían consumido desde el mismo segundo en que había visto a otro hombre tocarla. ¡Odiaba que alguien más la tocara!
Así que contuvo el aliento y sus manos se cerraron en puños tratando de no reaccionar a eso.
Y por suerte para su tranquilidad mental, no hacía falta intervenir porque Naiara se había convertido de un momento a otro en una fiera, como si quisiera sanar de golpe todas las heridas a la vez.
—Naiara, escucha, ¡lo siento! ¡Lo siento tanto, mi amor, sé que no hay forma en que pueda reparar