capítulo 004

❝♡ Leah ♡ ❞

—Lo lamento, pero a pesar de todo sigo casada —susurró alejándolo con delicadeza, no necesitaba más problemas de los que ya tenía —no soy mi esposo, no necesito tener un amante ni algo por el estilo antes de cumplir el divorcio, adiós, fue un placer, pero no lo fue a la vez, adiós Edward.

Lo alejé con algo de brusquedad y salí prácticamente corriendo de ahí hasta el ascensor. Mientras me encontraba en este note como mi labial se encontraba corrido por el encuentro que acababa de tener, por lo que aún con el corazón a mil, me encargue de limpiarme el labial y volver a colocar. Cuando llegué al estacionamiento ya me encontraba lista, mi corazón y mi cabeza habían vuelto a la normalidad y estaba lista para acabar con todo esto de una buena vez. Entre al Audi azul marino que mi padre me había regalado cuando cumplí la mayoría de edad y Conduje pensando en todo lo que diría en la reunión, tomando un plan mental de cómo los dejaría callados y me llegaría de una buena vez dejándolos a ellos con sus problemas, los cuales no me volverían a pertenecer.

Cuando llegué fui directamente a la sala de juntas, saludando a todo quien se me atravesará, tenía todos los ánimos de acabar con esto de una buena vez, pero lo que menos esperaba era entrar y encontrarme con todos reunidos. Mi padre, mi hermano, Samuel, su padre y los abogados, yo tenía todo planeado pero ¿Ellos? ¿Estaban listos para ponerme en su poder de nuevo? ¿Intentarán recuperar este matrimonio nuevamente? No sería la primera vez que lo hacían, pero esperaba que esta no fuera la ocasión.

—Buenos días, disculpen la demora — masculló comenzando a sentirme incómoda.

—Oh, hermosa Leah, vamos, entra y toma asiento —me sonrió con amabilidad la señora Russo, la madre de Samuel mientras me invitaba a acomodarme junto a Samuel.

Le miré sintiéndome aún más incómoda y le sonreí un poco para luego tomar asiento junto a mi esposo, mientras por debajo de la mesa me apretaba el pantalón con ganas que me tragara la tierra, ahora sí que estaba metida en la boca del lobo.

—¿Estás feliz de lo que ocasionas? —me susurró Samuel mientras organizaba uno de mis mechones castaños —Vamos, pagaría por ver esos preciosos ojos verdes que tienes llorar mientras súplicas a tu padre que te permita irte de Italia.

Se alejó de mi oído y me hizo sentir furia, por mí, por él, por mi padre y por el hecho de solo existir y ser un objeto para todos los presentes aquí.

—Señor Russo ¿Le gustaría comenzar? —. La voz de mi padre hizo que levantara la mirada, definitivamente, no saldría de aquí como pensaba que lo haría.

—Así es —sonrió poniéndose en pie frente a nosotros, Samuel era bastante parecido a su padre en el aspecto físico, alto, con el cabello negro y los ojos color miel, con un rostro serio y frío en todo momento y con la voz gruesa y autoritaria, a mi parecer, tenía muy poco de su madre —Primero que todo, están locos si piensan que los dejaremos divorciarse, esa no es una opción para nosotros ni para ustedes —en ese momento la sonrisa de Samuel se esfumó, también la idea que yo tenía, pero a la vez me sentía satisfecha de que él tampoco estuviera feliz —menos ahora que sabemos que los dos esperan un hijo que puede ser el futuro de estos negocios, en primer lugar olvidaremos por completo la infidelidad de Samuel, ya que sé que no volverá a pasar entonces…

—Yo no he sido el único infiel —soltó Samuel haciendo que me sorprendiera y me gira a mirar ¿De qué carajos estaba hablando? Me creía como él y no sabía si eso era lo peor de todo.

Este saco su móvil y les enseñó a todos un vídeo que jamás creí ver, era yo está mañana, con Edward, de ahí tanta su necesidad, todo esto estaba planeado por Samuel, todo esto me provocaba náuseas, todo esto me hacía sentir que había caído en el peor calabozo que alguna vez podría llegar a pisar, esto era todo, tanto para una vida que alguna vez pensé tener, en dónde era libre de todo esto, en dónde mi hijo o hija crecería en un entorno donde no sería lastimado ni utilizado, pero eso no pasaría y Samuel se había encargado de hacer que eso pasara.

—Bien, entonces olvidaremos las infidelidades, no volverá a pasar y me encargaré de que eso ocurra —volvió a hablar el señor Russo mientras se acomodaba la corbata —Ambos serán enviados a una de mis casas, muy lejos de aquí, estarán en uno de los tantos viñedos que tiene la familia Russo, lejos de tentaciones durante el resto del embarazo, se van a comportar como marido y mujer, cuidarán de ese embarazo y de ese bebé y serán responsables por una puta vez en su vida.

Lucía enojado, todos estábamos enojados, pero no podía decir exactamente quien lo estaba más.

—Se irán hoy mismo, ya está todo preparado, no recogerán pertenencias, ni se despedirán de nadie, menos tú Samuel, ya nos encargamos de tu amante. Susana no se veía muy feliz cuando la encontramos y descubrimos que se había realizado un aborto, así que supongo tú no sabías de sus planes, espero pienses bien con que mujer te estabas metiendo y te des cuenta de tus errores.

—Es mentira —soltó Samuel mientras tomaba su móvil y comenzaba a marcar de forma frenética haciendo que el señor Russo perdiera el control.

—¡Basta! —le gritó su padre arrebatándole el móvil, haciendo que cerrará los ojos por instinto y me encogiera al escuchar el fuerte estruendo.

Al abrir mis ojos el móvil se encontraba en el suelo destrozado y la cara del señor y el señor y el joven Russo hacía que la ansiedad de querer salir corriendo de aquí me carcomía, mi padre se dio cuenta por lo que me sujeto y ayudó a salir guiándome al auto que nos llevaría al aeropuerto.

—Lo lamento hija, pero hay cosas más importantes que…

—No, no lo lamentas, solo te importa la empresa y lo que ganas utilizándome, utilizando a mi hermano y utilizando al bebé que llevo en el vientre, así que no finjas que lo lamentas y solo déjame en paz de una buena vez, adiós.

Cerré la puerta enojada y pose una de mis manos en mi vientre que a duras penas y se notaba, note como el chófer me observaba por el retrovisor, pero no le preste atención y solo mire por la ventana, suspiré notando que ahí venía mi “amado esposo” y cerré los ojos esperando que este infierno no fuera tan malo como lo había Sido hasta ahora.

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