Mundo ficciónIniciar sesión❝♡ Leah ♡ ❞
Al despertar me sentía pesada y molesta. No quería ni moverme en la cama, pensando que eso me haría estar incómoda, pero a la vez quería levantarme y enfrentar el día. A diferencia de hace ya bastantes meses, ahora tenía la necesidad de luchar contra el hombre que alguna vez amé, y lamentablemente sigo amando. Le demostraré que puedo estar tan bien con él como sin él, al igual que él se pierde de todo lo que yo alguna vez le ofrecí y de lo que puedo ofrecerle ahora. Bostecé y giré en la cama con pereza para luego ponerme en pie. Me dolía la espalda, los pies y las piernas, lo cual se lo ameritaba al gran estrés que había estado cargando durante los últimos días, y lo de anoche fue la gota que rebasó el vaso: me hizo perder la poca paz mental que tenía y ahora me impulsaba a recuperarla de alguna manera. Caminé al cuarto de baño y tomé el tiempo necesario para darme una ducha con agua tibia que relajara un tanto mis músculos. Luego tomé un traje blanco que había empacado, me coloqué el bustier negro de encaje que tanto me encantaba usar, tomé los pantalones del traje y me los puse, sujeté unos tacones negros para combinar con el bustier y me los coloqué, y por último, la chaqueta negra, la cual dejé para ponerme luego de que saliera. Los tacones me favorecían bastante; teniendo en cuenta que soy bastante baja, con un metro y cincuenta y nueve centímetros era fácil no hacerme notar, pero con este traje y los preciosos tacones elegantes que traía, sabía que hoy sería el centro de atención. Revisé mi móvil por un momento, notando el mensaje que me había dejado mi padre. Al parecer, también se había enterado del divorcio, y no era para menos; igual, en algún momento se enteraría, y más cuando el abogado de la familia fuese llamado para atender un divorcio. «Reunión importante: 9:30 en la sala de juntas, no faltes.» Observé el mensaje por encima y suspiré un poco. Sabía que, antes de actuar de cualquier otra forma, primero hablaría con los dos, como ya lo había hecho tres meses atrás, cuando pensó que, por vernos felices en su fiesta de disfraces en Halloween, todo se había arreglado, cuando todo fue una larga noche de mentiras en donde saqué mis dotes de actriz para parecer feliz toda la noche a su lado. Ahora no me lograría convencer de seguir con él; me estaba poniendo en riesgo, y al bebé que llevaba en el vientre. Por eso estaba decidida a acabar con todo hoy: firmar el divorcio nuevamente y alejarme por fin de él y su familia, de su amante, de toda su m****a y de los malos tratos que siempre me proporcionó durante el último año. Luego de colocarme un poco de labial y arreglar mi cabello, estaba lista para lo que me enfrentaría. No solía desayunar, por lo que no lo haría esta mañana tampoco; estaba acostumbrada. Así que solo tomaría mi bolso con lo necesario, le daría la cara a mi padre, a mi pronto exesposo y ex cuñado, y les diría lo que quiero, y que nadie sería capaz de hacer que cambie de opinión. Pero al salir a la sala de estar del apartamento me quedé en blanco al encontrarme con Edward, el primer hombre con el que estuve alguna vez, aquel con quien quise casarme en su momento, pero que al final nada salió bien luego de que mi padre me recordara que las cosas se hacían como él quería, no como yo intentara imponerlas. Ver aquellos cabellos rubios y esa sonrisa deslumbrante me hicieron devolverme por un momento a ese tiempo donde era feliz con él, pero ahora todo eso eran cenizas y debía quedarse así. Tendría un hijo; no tenía tiempo para nuevas relaciones ni para arreglar las fallidas. —Edward —solté, sintiéndome un tanto incómoda mientras sujetaba mi bolso—. Supongo que mi hermano te dejó entrar. Lamento no tener mucho tiempo para hablar contigo, pero debo salir ahora… —Lo entiendo. Tu hermano me comentó un poco lo ocurrido, y como somos amigos quería venir a ver cómo te encuentras antes de que pase todo. Me contó que te quieres divorciar y tu embarazo… —se quedó en silencio un momento mientras me miraba de pies a cabeza—. Felicidades, por cierto, te ves hermosa. Siempre pensé que el color blanco favorecía a tu precioso tono de piel. Sonreí un poco ante sus palabras. Recordaba bien cómo amaba que me colocara vestidos o ropa blanca; decía que con mi piel morena resaltaba, que estaba encantadora. Pero eso ya había pasado hace mucho, y eran recuerdos que, por más que fueran de mi agrado, no quería volver a ellos. Lo había superado; mi etapa con él se había acabado, y ahora solo quería estar tranquila conmigo. —Gracias —suspiré de forma pesada—. Tengo que irme, tengo una reunión importante y no quiero llegar tarde… No sé si mi hermano te permite quedarte aquí, pero igual, fue un gusto conocerte en ese entonces y poder verte ahora. Pero es el final de todo, desde hace mucho lo fue. Sonreí un tanto incómoda y me giré mientras me acomodaba un poco mi cabello ondulado. Tenía el corazón acelerado por su culpa y la gran necesidad de escapar. —Leah —apreté mis labios al escucharlo llamarme nuevamente, pero no giré; solo abrí la puerta, armándome de fuerzas para decirle nuevamente adiós a alguien que marcó mi vida de forma significativa—. Leah… Me sujetó por la muñeca, alejándome de la puerta, y me hizo girar de forma brusca para que quedara frente a él. Miré por un momento aquellos grandes ojos negros y negué suavemente, sabiendo qué pensaba hacer. —Tengo que irme, Edward, lo lamento, pero llegaré tarde si sigo aquí. Él no respondió nada; solo me sujetó por la cintura y me acercó a él. Estampó sus labios contra los míos, haciendo que me asombrara por la ferocidad con que me besaba. Cerré mis ojos momentáneamente, dejándome llevar por aquellos labios suaves que alguna vez me pertenecieron. Mi cuerpo se estremeció y mi piel se erizó mientras sus manos me sujetaban con fuerza contra él, dándome un beso desenfrenado, uno que por poco no soy capaz de parar.






