CAPÍTULO 26. Mucha gente interrumpiendo
Mar levantó la vista lentamente y esbozó una sonrisa.
—Director Wayland, buenos días —saludó como si nada—. Necesito imprimirle su agenda del día y no sé qué le pasa a mi computadora que no anda de buenas hoy. Ya llamé al técnico, pero mientras estoy enviándolo a su impresora.
Wayland miró al aparato, del que ya estaba saliendo la segunda hoja, y Mar las recogió para ponerlas en sus manos.
—¡Ah, y recuerde que hoy tiene una cita con su esposa para almorzar! ¿Ya tiene su regalo de aniversario? —le comentó y el director pestañeó varias veces, aturdido—. No me diga que lo olvidó. ¿Necesita ayuda con eso?
Wayland respiró profundo y su mente se desconectó de la intrusión en su oficina para dedicarse al problema más urgente que era el aniversario olvidado con su esposa. Estuvo acordando con Mar algunos posibles regalos y luego le dio dinero para que ella pudiera ir a comprar las flores y lo que le regalaría a su mujer.
Mar salió de la oficina ilesa, pero con el corazón latiendo con fuerza e