CAPÍTULO 13. Convivencia... ¿forzada?

Alan se detuvo en el umbral de la puerta. Mar estaba parada en medio de la habitación, contoneándose de un pie a otro para ver si aquel movimiento calmaba a su hijo, que se aferraba a su pecho. Escuchó la tos del niño, y aquel jadeo bajo de cuando no podía respirar bien.

Mar tenía los ojos hinchados y enrojecidos de tanto intentar contener las lágrimas pero finalmente algunas se le escapaban.

—No entiendo qué pasa... le di su medicina...

Alan se acercó a ella acariciando arriba y abajo la espaldita de Michael para ayudarlo con la tos.

—El clima está cambiando y los niños con alergia lo sienten más. Dame un minuto enseguida vuelvo.

Alan bajó a uno de los cuartos que usaba de depósito. Ahí guardaba muchas cosas que le enviaban de donación, pero por más que buscó no logró encontrar ningún nebulizador. Tomó las llaves del auto y así mismo se fue a la farmacia más cercana, y si la dependienta se asombró, se aseguró de solo venderle lo que pedía y ni chistar. Con ver a aquel monumento en pi
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