Dias después del alta de Edward, Rossi volvio a su nueva cotidianidad, presedir como directora General el consorcio de su padre.
En ese momento ella se encontraba sentada detrás del escritorio que tiempo atrás ocupara Edward, cuando ejercía tal cargo; estaba terminado el analices, revisión y corrección de los últimos informes de esa semana tan atariadad para ella. Levantó las manos y se cubrió el rostro con ambas palmas estaba algo cansada, pero se sentía satisfecha había podido salir bien de todo ese trabajo y lo realizó bien. Todo estaba preparado para la junta de ese dia. Se recargó en el asiento y cerro por unos instantes sus ojos, estaba tan concentrada que no noto el momento que Edward entro a la oficina dejando un pequeño obsequio en el escritorio.
Ella levantó la vista y observo a Edward con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón . .
–¿Qué es? . . . .–pregunto Rossi con seriedad.
–¡Abrelo! –Le exhorto Edward
Rossi se tornó dudativa, aquella pequeña caja de terc