Una extraña sensación de inquietud recorría a Anton. Justo antes de salir del hotel, Yalens le había revelado que los Von Allmen eran la cuarta familia. Aunque ella confiaba en Inés y en Brian, su padre, Leo Von Allmen, era otra historia. La información flotaba en el aire entre ellos, creando una tensión apenas perceptible.

—¡Por aquí, chicos! —gritó Inés, agitando la mano con entusiasmo desde la entrada de un acogedor restaurante italiano—. No, ¡todavía no puedo creer que ustedes dos sean pareja! —exclamó la joven, acercándose a ellos con una amplia sonrisa y abrazando efusivamente a Yalens.

—¡Mírate! Estás hermosa, te sentó París —comentó Yalens con una sonrisa forzada.

—Cierto, ¡pero tú no te quedas atrás! Ahora eres más alta que yo —respondió Inés, dándole un golpecito juguetón en el hombro a Yalens, quien apenas logró mantener su sonrisa en su lugar.

Inés dirigió su atención a Anton, sus ojos brillando con picardía. —Y tú, Anton... ¿O debería llamarte jefe o señor Kalman? —inq