Capítulo 054. Nuestras madres.
Antón y Yalens salieron de la propiedad y se dirigieron a un taxi. Con sus gorras y gafas de sol, se sentían como si estuvieran huyendo, dos fugitivos en un día cualquiera.
—¿Y ahora a dónde me llevas, cariño? —preguntó Antón con un toque de sarcasmo en su voz.
Yalens se encogió de hombros mientras se acomodaban en el asiento trasero. Luego se inclinó hacia el conductor.
—Buongiorno, per favore, portateci al Monastero di Santa Chiara! —dijo ella con una sonrisa.
La mención del lugar hizo que el cuerpo de Antón se tensara de repente. Su mente se llenó de preguntas. ¿Por qué ese lugar? Una sensación de inquietud se apoderó de él.
—Quiero presentarte a alguien —le dijo Yalens, notando su rigidez y sacándolo de sus pensamientos.
Antón se quedó inmóvil, como si estuviera a punto de ser llevado a un lugar de fusilamiento. Se sentía completamente fuera de lugar, como una pieza de ajedrez que no sabía dónde iba a ser movida.
Al bajar del auto, Yalens miró a Antón con preocupación. Él es