El cuerpo de Yalens se tensó al instante. Las palabras de Brian la habían sacado bruscamente de su estado de euforia. Giró el rostro y encontró la mirada de Anton, que la observaba con una sonrisa divertida. Le había parecido graciosa la forma en que había irrumpido en su oficina.

—¿Yalens… Yalens Reymond? —articuló Brian, completamente desconcertado.

El nombre la devolvió a la realidad. Enderezó la espalda y, con una sonrisa que no llegó a sus ojos, contestó:

—Sí, es un placer volver a verte, Brian… Brian Von Allmen.

El sarcasmo en sus últimas palabras era casi palpable. ¿Por qué… por qué regresaba justo ahora? Se preguntaba, sintiendo un nudo en el estómago.

—¿Cómo? ¿Se conocen? —inquirió Anton, con un leve recelo en su voz. Su mente recordó el día en que Yalens había murmurado el nombre de ese otro hombre en sueños, y apretó su copa con fuerza. Pero entonces, era un amor no correspondido por parte de Yalens, pues Brian estaba enamorado de otra mujer.

—Sí, cariño. Mi padre trab