Capítulo 5. El plan perfecto

Un instante después de asegurarse que Romina no tendría nada lo que aferrarse, y su única opción sería regresar a él arrastrándose pidiendo perdón, Gabriel comenzó a tomar, botella tras botella fue modificando y alejando la poca cordura que le quedaba.

No la perdonaría, pensó, pero sí que la dejaría suplicar.

Lloraría y pediría una y otra vez por su perdón, para mantener todo lo que él le había dado, para que su familia no la odiara más y pudieran mantenerse a flote con su pequeña empresa, para  que la volviera a querer siquiera un poco, de vez en cuando y saciara su necesidad.

El sentimiento de complacencia lo invadió así tenía que suceder, sólo era cuestión de tiempo y estaba seguro que no sería tanto, ya le había cerrado todas las puertas familia, dinero y transporte,  poco a poco el sol se fue ocultando en el horizonte y así como la luz disminuía el enojo y orgullo herido de él aumentaba.

 - ¿Por qué no vuelves? — Gritó lleno de desesperación — No puedes hacer esto bien, tienes que volver — repetía su orgullo estaba lastimado, jamás lo habían traicionado, y ella no sería la primera y salir limpia ante eso.

En la puerta alcanzó a vislumbrar una sombra, dibujaba el cuerpo de una mujer, Gabriel pensó que por fin había regresado a suplicar  y  sufrir todo lo que se merecía, pero al enfocar mejor la vista se encontró con alguien diferente.

- ¿Gabriel?— preguntó Aranza— ¿Estás bien? ¿Dónde está Romina? Estoy preocupada por ella , su línea no responde y tengo todo el día sin saber de ella.

Aranza se acercó poco a poco nivelando la situación, se acercaba delicadamente, haciendo que la  tela del vestido lanzara destellos de luz.

- ¿Romina?— Gabriel aún estaba confundido, pero lo que atraía su atención era la mujer de fuego que se acercaba a él poco a poco, ese vestido era la tentación clara y explícita para cualquier hombre.

- No Gabriel, soy Aranza.

Ella se agachó delante de él dejándole una vista privilegiada de su escote, cosa que Gabriel no dejó de observar por ningún instante.

- ¿Dónde está mi amiga Gabriel? ¿Qué pasó? — la cara de inocencia ancló a Gabriel en un vaivén de locura entre su rostro y su pecho.

- Ella se fue, la corrí, ya no está. — las frases no eran claras del todo pero aun así se alcanzaban a comprender.

- ¿Qué te hizo?— la pregunta de Aranza tomó por sorpresa a Gabriel, por fin alguien que lo entendía.

- Ella… otro… engaño… — Gabriel estaba cada vez más ido simplemente su cuerpo le pedía dormir un poco.

- Te enteraste entonces — confirmó Aranza— descubriste su aventura, lo lamento.—le acarició el rostro para que sintiera su apoyo.

El shot de rabia que se multiplicó en Gabriel fue suficiente para que se despertara.

La cara tímida, el carácter avergonzado de Aranza por aceptar que ella ya lo sabía, confirmaba que de la boca de  Romina salían sólo mentiras, pero se iba a arrepentir,  de eso se encargaría él.

- ¿Qué sabes de eso?

- ¿Yo? — Aranza se movió incómoda, aún estaba agachada y ya se estaba cansando de esa postura, — ¿podemos sentarnos? Después de todo no es tan sencillo lo que tengo para decir.

Ella deliberadamente lo toma de la mano para guiarlo a un sillón que estaba a un lado, y se sienta muy cerca de él, demasiado para lo que se consideraría prudente.

- Ella tiene con esto unos meses— empezó con tono de voz inseguro y poco audible — se sentía mal por no poder quedar embarazada, así que quería conseguirlo a cualquier precio.

- Estaba dispuesta a engañarme con algo así, ¿hacerme criar el bastardo de otro?

- Entiendo lo que dices, pero ella es mi amiga. — Aranza se acercó un poco más mirándolo a los ojos— Aunque no la justifico, entiendo por qué lo hizo, no quería divorciarse.

- ¿Me engañó porque no quería perderme? — cada vez las excusas se ponían más estúpidas.

- Sí, aunque no entiendo cómo pudo buscar en otro lugar lo  que tenía en su casa de sobra, es que mírate— hizo una pausa dramática— ¿qué mujer en su sano juicio no te querría? Yo se lo dije, pero ella insistió que sólo  quería tu dinero, que nada más le importaba, que eres fácil de engañar, lo lamento pero eso decía, no entiendo,— la voz delicada y aguda de ella había regresado— Gabriel eres guapo, inteligente y fuerte, eres todo un hombre, cualquier mujer estaría encantada de estar contigo, ella no sé qué pensó.

Un subidón de adrenalina le dio un poco de lucidez a Gabriel, la necesaria para comprender los halagos de Aranza y el engaño premeditado de Romina.

Lo había querido engañar, quería que fuera su benefactor y engañarlo cuantas veces se le antojara, tanta insistencia por tener un hijo, para ella solo era una garantía de no quedarse sin nada, pues ahora justamente así se iba a quedar.

A Gabriel Osuna, nadie lo dejaba o lo traicionaba y se iba con las manos limpias, tendría que pagar, sin dinero, familia ni casa, lo único que ella tenía era a su amiga.

- Si yo fuera ella, jamás me alejaría… — la frase quedó a medias, Aranza decide no continuar.

Se levanta del sillón para alejarse, no podía dejar que la viera después de tal desliz por su parte, pero Gabriel la toma del brazo impidiendo que se alejara.

El comienzo podría ser— piensa Gabriel—  dejarla sin su única amiga, que se quedara sola, la destruiría y podía disfrutar en el proceso, el plan perfecto.

Sin pensarlo mucho se abalanzó a Aranza besándola apasionadamente, instantes después ella le responde en igual medida, los besos se transforman el algo más y las manos de ambos deshacen los límites que separan un cuerpo de otro.

La ropa comienza a estorbar y el acto a consumarse desesperada y apacionadamente,  al llegar al punto final de éste, el último pensamiento de Gabriel para con Romina es:

“Vez perra, nadie desprecia a Gabriel, espero aprendas tu  lección, te quedarás sola de eso me encargo yo”

Sin más Gabriel se deja ir en la inconciencia, lleno de placer. Sin saber que no solo él estaba avanzando en un plan secreto, sino que era parte de otro totalmente desconocido para él.

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