Capítulo 6. Entre guerreras.

Romina camina por horas, perdiendo la noción del tiempo, recordando cómo su vida había pasado de ser feliz, en su matrimonio con el hombre que amaba y desear ser madre para completar su bella familia, una sin el maltrato de su madrastra y su hermano, a estar sola sin nadie más a quien recurrir.

De un instante a otro siente cómo se moja.

— Demonios.  -  Romina sale corriendo a refugiarse en el primer restaurante que mira abierto, ya había oscurecido y no se había dado cuenta.

Al entrar se sienta para disfrutar  del cambio tan notorio del frio del agua a lo templado del lugar, aunque tiene hambre trata de evitar que el olor a comida la invada, cosa inútil ya que su estómago le avisa que no ha comido en todo el día y necesita algo.

En el asiento revisa su bolso, junta monedas, todas las que encuentra hasta que completa para un café, da gracias internamente.

Una mesera muy amable la atiende y le trae su pedido además de una pequeña toalla para que se seque.

- Muchas gracias Evelyn— le dice Romina leyendo la tarjeta que trae en el uniforme.

- De nada cualquier cosa me avisas estaré por aquí. — se va a seguir atendiendo mesas.

Ella asiente y continúa tomando el café que le sabe a gloria. Llama de nuevo a Aranza, necesita saber si puede quedarse con ella siquiera lo que resta de esta noche. Pero igual que las veces anteriores sale el buzón de voz.

Romina decide acomodarse un poco y descansar, después volverá a llamar a su amiga.

- Disculpa, disculpa. — Evelyn la estaba moviendo, ¿qué pasaba?

- Dime, lo siento— no sabía qué había hecho pero se disculparía no quería irse de ahí, no aún.

- Te quedaste dormida, y ya es el cambio de turno, si te quedas tendrás que consumir de nuevo.

Romina se puso roja, se había dado cuenta de lo que había estado contando para solo un café, tendría que irse, ya no tenía nada de dinero con ella.

- Bueno, entonces me voy. — Romina toma su bolso y resignada se mueve pero Evelyn le pide se detenga.

- Si me esperas cinco minutos podrías acompañarme a desayunar.

Romina se sorprende, una parte de ella se emociona pero otra le dice que es demasiado bueno para ser verdad.

- ¿Por qué lo harías?

- Porque entre guerreras nos podemos reconocer, espera ya vuelvo.

Ella se queda paralizada, sin saber qué más responder, sin saber que decir. Pero en ese momento no tenía más opciones.

Efectivamente cinco minutos después Evelyn había regresado con otra ropa y su uniforme en una  mochila.

- Vamos, es aquí cerca.

- Gracias.

- No lo menciones, hay deudas que se tienen que pagar.

Romina se quedó confundida y Evelyn continuó al mismo tiempo que la guiaba por un camino que no conocía.

- Hace unos años yo también estaba como tú, desesperada y con muchos problemas encima.

- Pero los voy a resolver. — Romina estaba dolida que eso por fuerte que sonara era solo la verdad.

- Lo sé, todas podemos— Evelyn le sonrió — pero es mejor cuando recibimos un poco de ayuda.

Evelyn se detiene para subir por unas escaleras, hasta que llega al tercer  piso, al abrir Romina mira que es un  mono espacio, un cuarto amplio que hace la función de habitación, cocina, comedor, todo en uno.

- No será mucho pero es honesto. — Evelyn la deja pasar.

- ¿Por qué haces esto? No me conoces.

Evelyn enciende la cafetera y comienza a cocinar.

- Déjame adivinar— le pide Evelyn— tienes ropa muy elegante, eso indica que es cara, pero batallaste para comprar un café, aunque traes un bolso que podría costar la renta de este departamento varios meses y el teléfono de última generación.

- Y eso que te dice— la i***a Romina a continuar resignada y sentándose en una silla cerca de la cocina.

- Que no sé qué tipo de problema tienes pero muy probablemente es de no retorno.

- Y tu como puedes ver todo eso.

La cara segura de Evelyn cambió por un instante a preocupación, pero la ocultó para mantener el sentimiento de miedo bajo las alfombras de su mente.

- Porque igual que tu yo de un momento a otro, lo perdí todo y alguien me ayudó mucho, verte me hizo pensar que es algo que tengo que regresar, ¿no crees?

- Sí, claro. — Romina en este punto no sabía si debía continuar o dejar el tema así que se quedó en silencio.

- Mira, nada en el mundo da más miedo que estar sola, o por lo menos sentirse sola, no te preocupes, te puedes quedar a descansar aquí, ¿ya hablaste con algún familiar o amigo?

- Aún no puedo contactarme con una amiga— ignoró deliberadamente la parte del familiar, su padre aun no estaría dispuesto a escucharla después que su madrastra le llenara la cabeza de ideas.

- Espero te conteste, sino, pues ya sabes aquí está mi pequeña casa Romina.

Después de eso se dedicaron a desayunar y descansar un poco, daría tiempo a Aranza para que  se despertara y pudiera verla.

Por otro lado en la oficina de Gabriel, Aranza estaba abriendo los ojos, llena de satisfacción, después de tanto tiempo a la sombra, por fin se había quitado a Romina de encima, podría tener lo que se merecía, solo era cuestión de tener un poco de paciencia más.

Se estaba auto felicitando, el  hacer que uno de sus ex hiciera de amante y le avisara de manera anónima a Gabriel había sido maravilloso.

Después hacerse la amiga preocupada había sido el toque perfecto para cerrar con broche de oro al confirmar todo lo que la cabeza de Gabriel y las imágenes del hotel habían armado.

Por más que Romina se esforzara por que le creyera Gabriel, después de todo lo que habían hecho la noche anterior ya sería de ella, y no pensaba soltarlo.

Encendió el teléfono e instantes después comenzó a vibrar, era ella, se  puso el vestido dejando su ropa interior de recuerdo de la noche y respondió después de cerrar la puerta tras ella.

- Hola — susurró.

- Amiga, imagino que te desperté, ¿podemos vernos? ¿Tenías el teléfono apagado?

- Lo siento me dormí y no me di cuenta que se había descargado, voy prendiéndolo. ¿Estás bien?

- No mucho, pero ¿podemos vernos? — volvió a preguntar Romina.

- Claro ahorita estoy un poco ocupada pero nos vemos más tarde.

- Si yo te mando la dirección. Gracias. Sabía que podía contar contigo. — le dijo Romina antes de colgar.

- Si claro.

Fue toda la respuesta que dio Aranza, tendría un espectáculo en primera fila y no lo dejaría pasar por nada.

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