58. Estar en casa

— Oh, Cassio, es un detalle precioso de tu parte — le dijo ella, cuando él terminó de colocarle la cadena. Tomó el pequeño dije entre sus dedos y lo observó sonriendo. Era una pequeña grabadora laminada en oro.

Él la sorprendió besándole el cuello.

— Me alegra que te guste — musitó contra la piel, y apartó varios mechones de cabello para depositarle un beso que la erizó de cuerpo entero —. ¿Siguiente parada?

Ella asintió con entusiasmo, y más tarde, después de haber sido discretos para llegar hasta ese lugar, entraban a una pequeña habitación con dos cómodos asientos y una ventana tinturada del tamaño de una pared entera.

— Creí que iríamos al concierto de Adele. ¿Qué es este lugar? — quiso saber, echando un vistazo alrededor. Había una mesa en la esquina con aperitivos, agua y otro tipo de bebidas.

Cassio le sonrió.

— El concierto de Adele — dijo, apagó una de las luces, presionó lo que ella notó como un interruptor rojo y de repente el ventanal se iluminó.

Y Adele, a unos metros, en
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