Pero al parecer Noa se preocupaba aún más que él. Los labios de Alex se tensaron ligeramente, revelando claramente su mal humor.
En ese preciso momento, Camilo, sentado frente a ellos, no pudo contenerse más y exclamó en voz alta:
—Alex, Noa ya te ha servido la sopa, ¿acaso no vas a beberla?
Alex levantó la mirada y se encontró con los penetrantes ojos de Camilo. Pensó con cierta resignación que quizás Noa fuera su verdadera nieta
En silencio, tomó la cuchara y empezó a beber la sopa. Noa también dio un sorbo de la sopa, mientras su mente aún daba vueltas al asunto de la pulsera.
A partir de entonces, la relación entre ellos se volvió gélida.
Después de esa llamada telefónica, y a excepción de cuando estaban en presencia de los mayores, Alex mostraba una expresión impasible, se mantenía en silencio y se mostraba frío cada vez que la veía.
Noa se quedó unos días y él también. Noa dormía en la cama y Alex en el sofá. Ambos entraban y salían juntos, pero no intercambiaban ni una sola pal