Solo de pensar en esas imágenes Noa se sintió sumamente avergonzada.
Abandonó su matrimonio de forma decisiva, pero resultó que una copa de vino la había devuelto a su forma original. ¡Era tan humilde delante de Alex!
Se puso el guion sobre la cabeza y se tumbó en la cama.
Sonó el teléfono.
Noa descolgó y contestó.
—Hola Mario.
—Noa, ¿cómo va tu guion? Por la noche, el señor Hugo va a invitar al equipo a cenar, iré a recogerte entonces.
Se negó fríamente:
—Tengo que memorizar el guion, no voy.
—Léelo más tarde, ¿no te ha dado Alejandro tiempo de unos días? Todos los del equipo tienen que estar allá.
Mario dijo seriamente:
—Yo sé que no te importa tu estatus pero a los demás no. Si no vas te estás menospreciando delante de todo el equipo, lo cual no es bueno.
—Está bien.
—¿Así que prepárate y te recojo luego?
—Vale te espero.
Tras colgar el teléfono, Noa se levantó para rebuscar en su maleta y encontró un vestido de terciopelo burdeos.
Para añadir, era una coincidencia que, a ella, co