Adeline guardó silencio por un momento. Luego, una amplia y radiante sonrisa se extendió por su hermoso rostro. Soltó una pequeña risa, incapaz de contener la felicidad que le llenaba el corazón. Siempre había deseado un hijo—más que cualquier otra cosa—y ahora, por fin, su deseo se había hecho realidad. La debilidad en su cuerpo y el tono pálido de su piel desaparecieron al instante, reemplazados por emoción y pura alegría.
“Jason… estoy embarazada,” susurró en su corazón. No podía dejar de sonreír. Apenas podía esperar para contarle la noticia a su esposo.
Adeline salió del hospital con una sonrisa más brillante que el sol.
—Dios mío, muchas gracias… hoy soy realmente feliz —murmuró para sí misma.
Caminó hacia la carretera, intentando detener un taxi. Sacó su teléfono, con la intención de llamar a Jason y darle la buena noticia. Pero se detuvo.
No—quería decírselo en persona.
En ese momento, un auto se detuvo junto a ella. Un hombre bajó, y para su sorpresa, era Andrew.
—Andrew —sal