—Señora, no puedo aceptar esta tarjeta—Laura devolvió la tarjeta negra.
Alejandra dejó de beber su café y levantó la mirada hacia Laura.
—¿Crees que este dinero no es suficiente? ¿Qué necesitas para dejar a mi hijo?
Laura se mordió el labio. ¡Dios mío! La sensación de estar en una película de amor cursi se volvía más fuerte.
Todos sus pensamientos en el coche habían desaparecido debido a la acción de Alejandra.
Miró a Alejandra con incredulidad y desconcierto.
—Señora, te estás equivocando. Nunca he querido dinero.
Alejandra la miró con frialdad.
—Entonces, ¿es poder lo que quieres? ¿Qué necesitas? Dímelo, puedo satisfacerte.
Laura se apoyó en su frente. ¿Qué iba a hacer?
Esta señora parecía incapaz de entenderla. Si le dijera que ella y Diego estaban realmente enamorados, que solo le importaba Diego, ¿no sería eso igual que una película de amor cursi?
¿Por qué esta loca realidad tenía que estar frente a ella?
¡Era como estar en un campo de batalla!
Si Diego no fuera bueno con Laura