—Sí, así está mejor.
Diego se sintió reconfortado de que Laura le hiciera caso y la abrazó suavemente.
Tras un rato de cariño, Diego finalmente se fue del cuarto de Laura con cierta reticencia.
Aunque deseaba dormir junto a Laura, la reina, al encontrar a su hija, quería pasar todas las noches con ella.
Diego nunca se imaginó que algún día tendría que competir con su suegra por el derecho a dormir con su esposa.
Diego miró con tristeza a su amada, lo que hizo que Laura no supiera si reír o llorar.
La reina, a pesar de ver la expresión nostálgica de Diego, lo agudizó con una pregunta inocente:
—Dari y yo ya vamos a dormir, ¿acaso el joven Diego no va a regresar a su cuarto?
Sin tener otra opción, Diego no podía pedirle a la reina que se fuera, así que sonrió con incomodidad y dijo:
—Está bien, ya me voy. Suegra, Laura, que descansen bien.
Después de decir esto, Diego salió y cerró la puerta con cuidado.
Mientras tanto, la princesa Dilia también durmió plácidamente, convencida en su inge