Esposa por despecho
Esposa por despecho
Por: J.D Anderson
Capítulo I: Plantada en el altar

Ella caminaba de un lado a otro, los nervios estaban a flor de piel, sus únicos dos mejores amigos, Natalia y Peter la miraban con impaciencia, intentaban amarrar sus lenguas y quedarse callados ante semejante situación, eso era lo mejor que cualquier amigo podía hacer en tremenda situación. Pero, Violeta seguía peor, respiró profundo y observó su semblante frente al vidrio de una ventana, estaba al borde del llanto, su vestido de novia era tan simple, como ella misma se sentía ahora, esperaba la llegada de su amado Hugh, era su novio desde hace tres años, él había sido tan bueno y dulce, su salvador, solo pensaba en que había una razón lógica para su demora, habían luchado por su amor, su padre el magnate Sebastián Hesant, que hace dos meses fue dado por muerto, no parecía feliz con una idea de matrimonio entre ellos, y por eso, Hugh debía mantenerla en la sombra, ella odió mucho a ese señor, no era el padre de sangre de Hugh, sino su padrastro, pero era un hombre billonario, dueño de la Corporación Hesant, una inmobiliaria tan importante, que todos soñaban con laborar ahí, ella algún día intentó aplicar como asistente del severo señor Hesant, pero él eligió en sus narices a una mujer hermosa, llamada Milena, que después se volvió novia del señor Hesant.

Pese a todo, el señor Hesant no había logrado separarlos, Hugh y ella se amaban con locura, y ahora iban a casarse, a pesar incluso de la reciente muerte del señor Sebastián, cuyo avión privado se había estrellado en las Islas del Sur, y aunque aun no encontraban su cuerpo, ya lo daban por muerto.

Ella llamó por teléfono a Hugh, al principio la llamada era desviada, pero al cabo de un rato, por fin alguien respondió

—¿Qué quieres, Violeta?

—¿Hugh? —exclamó al escuchar su voz tan severa—. ¿Dónde estás? El juez nos espera para la boda, ¿Qué crees que haces?

—Hago mi vida, cariño, tal como la he querido siempre, ¿De verdad creíste que estaría contigo? ¿Fusita tan ingenua para creer que me casaría contigo?

Esas palabras sacudieron su conciencia y un miedo hizo temblar su corazón

—¿Qué dices?

—Escucha, tonta, me he divertido lo suficiente, sí, quería de ti una cosa, esperé tanto tiempo, y nunca te entregaste a mí, solo lo harías si nos casábamos, pensé que valdría la pena, pero ahora, soy el heredero de la fortuna Hesant, ¿Por qué me conformaría con una poca cosa como tú? ¿Qué me ofrecerías? No tienes dinero, no eres tan hermosa, y encima eres tan aburrida, como una vieja cuarentona, ahora déjame en paz y no vuelvas a buscarme, jamás.

Él colgó la llamada, y ella se quedó perpleja, aun sostuvo el teléfono móvil entre sus manos, luego bajó el aparato, temblaba, sus ojos eran enormes, su corazón latía con fuerza, sus ojos eran dos lagunas por desbordar.

Natalia y Peter se acercaron a ella

—¿Violeta, estás bien? ¿Dónde está Hugh? —dijo Natalia

—No va a venir —dijo y lágrimas calientes bañaron sus mejillas, sus amigos la mirarlo con terror

—Pero, ¡¿Qué dices?! —exclamó Peter—. ¿Cómo que no vendrá? ¡¿Es una mala broma?!

—¡No! No es una broma, ¡Me engañó! Se burlo de mí, se aburrió de mí, dijo que no valgo la pena, no soy nada en su vida, ¡Me dejó plantada! —exclamó y comenzó a llorar

Sus amigos intentaron consolarla, ella estaba mal, su cuerpo temblaba, parecía como si la presión se le hubiese bajado y salieron de la corte, la llevaron al auto y Peter manejó a su apartamento.

Natalia trataba de consolarla, pero Violeta lloraba, no podía creer que el hombre de sus sueños, fuera ahora el hombre de sus pesadillas, sollozaba, como si fuera un sueño terrible del que ya no podía despertar.

Al llegar a casa, su hermano se quedó perplejo, la abrazó sin entender porque estaba así

—¿Qué pasó? ¡Violeta, háblame, por favor!

—Rori, Hugh la ha dejado plantada, no llegó a la boda, la ha dejado.

Rori abrazó a su hermana con más fuerza y besó su frente, él no había estado en su supuesta boda, pues debía ir a presentar para la escuela, ahora estaba tan triste por su hermana

—Por favor, no se preocupen más por mí, estaré bien, chicos, lamento esto, les pido que nos dejen solos.

Peter y Natalia asintieron, se quedaron preocupados, pero sabían que lo mejor era irse y dejar que Violeta asimilara la situación.

—Hermana, ¡No puedo creerlo! Hugh es un perro, ¿Cómo pudo engañarnos de semejante manera?

—Espera —dijo Violeta, tenía el maquillaje corrido—. Quizás lo estamos juzgando mal, algo pasó, sí, algo debió pasar para que hiciera esto.

—Nada pasó, dicen que el mismo te llamó y te ofendió.

Violeta volvió a quebrarse en llanto, su hermano la abrazó con fuerza, luego la llevó a su habitación y la ayudó a recostarse, escuchó su llanto terrible durante el resto del día y la noche.

Eran solo dos hermanos, huérfanos de padres, el padre de Violeta había muerto en un secuestro, tres años antes, mientras su madre había muerto años atrás, Violeta se hizo cargo de su hermano Rodrigo que en ese momento tenía quince años, y ella veinte, ahora eran mayores, pero Violeta seguía cuidando a Rori. 

Ella lloró por dos días sin salir de su habitación, Rori le llevó de comer, pero no lo hizo bien, Rori no podía permanecer cuidándola todo el tiempo, después de todo estaba convencido de la fortaleza de su hermana, y fue a la escuela para seguir sus estudios.

Violeta estaba recostada, el dolor que sentía en su pecho, la tristeza que calaba hasta en sus huesos, era algo que jamás había experimentado, ella había conocido a Hugh poco después de la muerte de su padre, al principio, recelosa, lo alejó de ella, pero él no desistió de lograr su amor, ella no se había entregado a él, era una cursilería, tal vez, pero había prometido a su madre que llegaría virgen al matrimonio, tal vez era una idea infantil ahora, y creyó que eso había dañado su relación con Hugh, pronto recibió un mensaje de texto, se apuró a leerlo, era un mensaje de Natalia, cuando lo leyó sintió que su corazón se estremecía

«Mira la red social, Hugh ha anunciado su boda con Milena Franz, lo siento, amiga»

Violeta se quejó de un severo zumbido en sus oídos, no podía ser real, si esa mujer Milena, era hasta ayer la prometida del difunto señor Hesant, ¿Cómo podían haberse enamorado en solo unos días? Un frío le dio temor, y entonces supo en su interior que ya no conocía a Hugh Hesant, observó la fotografía, estaban juntos, tomados de la mano, sonrientes, como si ella no existiera, mientras al pie de la foto publicada en F******k decían que se casarían en solo quince días, lágrimas calientes se derramaron por el rostro de Violeta, sintió mucha rabia, tomó la almohada y la mordió para ahogar su grito de rabia, sentía tanto odio, tanto despecho y frustración, Hugh no era más el hombre que ella creyó, no tenía respeto por ella, ni siquiera por su padrastro, que recién había muerto.

Escuchó que tocaron la puerta, y maldijo a quien tocaba, se negó a abrir, quedándose en completo silencio para que se fueran, pero el timbre siguió sonando de forma insistente, Violeta se puso su bata, limpió sus lágrimas, pero era imposible que su rostro se viera mejor, caminó de prisa a abrir la puerta del apartamento

—¡Voy! —gritó esperando que dejaran de tocar el timbre, abrió la puerta con rabia—. ¡¿Qué quiere?! —exclamó, pero cuando vio la imponente figura de ese hombre frente a ella, le miró con terror

—Hola —dijo el hombre de voz tan gruesa como masculina

Ella se puso pálida, era como ver a un fantasma

—Usted… ¡Usted está muerto! —exclamó y cayó al suelo perdiendo la conciencia.

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