Capítulo 130: La verdad que nadie contó
La noche había sido larga. Silenciosa. Tensa.
Andrews me pidió que durmiera con él. Voz calmada, mirada preocupada. Pero no pude. No después de la llamada. No después de escuchar esa amenaza venenosa deslizarse de los labios de Janete como miel agria.
—Solo quiero protegerte —dijo, apoyando la barbilla en mi frente.
Pero proteger no siempre significa libertad. Fingí estar cansada. Fingí que dormiría mejor sola.
Y antes del amanecer, mientras la casa aún reposaba bajo la penumbra azulada de la madrugada, escapé.
Tomé un coche por aplicación. Me puse la capucha sobre la cabeza, gafas oscuras. Auriculares. Nadie me vería. Nadie me reconocería. Principalmente él.
La cafetería estaba lejos. Pequeña, escondida entre calles que solía evitar. Pero era el lugar que Janete eligió. La misma Janete que ahora intentaba reaparecer, como si nuestras vidas no se hubieran destruido hace tanto tiempo.
Ya estaba allí cuando llegué. Como siempre, impecable. Postu