Carlotta llegó al apartamento que compartía con Sandro, sintiendo que solo caminaba por inercia, fue a su habitación, se paró frente al espejo y observó el reflejo de una mujer triste, con ojos rojos y ojeras, extendió su mano y acarició con suavidad el reflejo del espejo.
—¡Nunca más Carlotta Ferr