Cuando el doctor salió, Silvia lo atosigó con mil preguntas.
—El bebé, está desarrollándose bien, no perdió el embarazo, pero ahora deberá estar en reposo absoluto, por lo menos hoy y mañana estará aquí en el hospital.
Silvia y Enrique pudieron por fin respirar profundo, sintieron alivio.
—Sin embargo, la paciente quiere llamar a la policía.
Enrique estaba dudoso.
El doctor los dejó solos.
—¡No puede denunciar este hecho!
—¿Y por qué no? —exclamó Silvia.
—¿Quieres que descubran que fueron ustedes quienes hicieron esa zanja y la camuflaron para que, ¿Mariza cayera, pero en realidad Mónica tuvo la mala suerte de caer ahí, antes?
Silvia se puso nerviosa.
—Iré a hablar con Mónica, vuelve a casa, y dile a Jerónimo que el bebé está sano, haz que sienta mucha compasión y culpe a la m*****a Mariza.
Enrique estuvo de acuerdo y se fue.
***
Silvia entró en la habitación y observó a Mónica.
Ella la miró a los ojos.
—Mi bebé vive, aún tengo al heredero conmigo —dijo sonriente.
—Mónica, no puedes