El sonido de la lluvia se mezclaba con la intensidad de la corriente, frente a las dos mujeres, a unos metros de distancia entre un suelo rocosos y desnivelado, el río avanzaba a pasos feroces, arrastrando consigo ramas y troncos viejos.
Los relámpagos iluminaban la escena, así como la farola que llevaba en una de sus manos la marquesa Verónica, con su brazo libre, obligaba a la Reina a caminar.
—Por aquí está Bertrand. Hay que hacer el llamado con el silbato para que nos escuchen —decía con falso tono animado y entre el cansancio, la marquesa.
Avanzando hasta llegar cerca del peligroso río, iba a empujar a la Reina, hasta que…
¡SERENIA LA EMPUJÓ!
—¡¡AAH!! —gritó Verónica.
Usando todas sus fuerzas, Serenia empujó hacia atrás a la marquesa, causando que esta cayera sentada entre tierra y rocas.
La lluvia caía levemente, entre el sonido de los truenos, y las luces parpadeantes de los relámpagos que iluminaban la escena.
Verónica que había soltado la farola, vió cómo el cristal s